BYD comenzará a fabricar sus coches eléctricos en Europa a finales de 2025 para no pagar aranceles

Voestalpine será el proveedor de acero para los coches de BYD que se fabricarán con el sello «Made in Europe».

La expansión de BYD en Europa se está consolidando a un ritmo que pocos esperaban y, desde luego, que a muchos en la industria no les resulta cómodo.

La marca china ha confirmado que su primera fábrica europea, situada en Szeged, Hungría, comenzará la producción a finales de este mismo año, y lo hará con un detalle clave: utilizará acero suministrado por una empresa europea, Voestalpine, en lugar de depender de proveedores asiáticos.

Este movimiento no es una simple elección logística o técnica, sino una declaración de intenciones con la que BYD lanza un mensaje contundente: ha venido a Europa no solo para vender, sino para quedarse, competir y producir en igualdad de condiciones.

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El acuerdo con Voestalpine, uno de los grupos siderúrgicos más relevantes de Europa, ha sido presentado en Viena y simboliza la importancia que BYD otorga a la producción local.

Desde la planta de Linz, Voestalpine suministrará acero laminado que servirá para fabricar las carrocerías y los paneles exteriores de los vehículos que salgan de la planta húngara.

La decisión no solo responde a la proximidad geográfica, sino a la necesidad de cumplir con los estándares europeos y a la reputación del acero austriaco como uno de los más fiables y competitivos del mercado.

Este movimiento estratégico permite a BYD esquivar uno de los principales escollos que hasta ahora afectaban a los fabricantes chinos en Europa: los aranceles.

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Con la producción localizada dentro de la Unión Europea y el uso de materiales también europeos, BYD puede evitar los sobrecostes derivados de las recientes medidas proteccionistas que buscan frenar la llegada masiva de coches eléctricos chinos.

Para muchos, esta jugada sitúa a BYD un paso por delante de sus competidores y pone en apuros a los fabricantes tradicionales, que deberán acelerar sus procesos de adaptación si no quieren perder cuota de mercado ante un rival que se está moviendo con agilidad y con una visión de largo plazo muy bien calculada.

En este sentido, Stella Li, vicepresidenta ejecutiva de BYD, fue clara al afirmar que la alianza con Voestalpine no es un acuerdo puntual, sino una parte esencial de la estrategia de implantación europea.

Su objetivo no es solo producir coches en Europa, sino que la marca sea percibida como un fabricante europeo en todos los sentidos. Cada proveedor local, cada fábrica, cada puesto de trabajo creado en territorio europeo suma en ese camino hacia la integración total.

La marca china ya ha comenzado a hablar de «coches europeos fabricados por BYD» como una forma de reforzar este posicionamiento, y está claro que no se trata de una simple campaña de marketing.

Herbert Eibensteiner, director general de Voestalpine, destacó la importancia de este acuerdo no solo desde el punto de vista económico, sino como una muestra del potencial industrial europeo.

Voestalpine lleva años apostando por la descarbonización y la innovación en la fabricación de acero, y considera que colaborar con BYD es una oportunidad para impulsar tecnologías que reduzcan la huella de carbono en la automoción.

La marca china ha encontrado en el grupo austriaco un socio estratégico que comparte su visión de futuro y que puede proporcionar los materiales de alta calidad que exige la nueva generación de vehículos eléctricos.

Pero la fábrica en Szeged no es la única apuesta de BYD en Europa. La compañía también establecerá su sede europea y un centro de I+D en Budapest, reforzando aún más su estructura local.

Este despliegue no es casualidad. Hungría se está posicionando como uno de los grandes polos de atracción para la industria automotriz eléctrica, y BYD quiere aprovechar este ecosistema para acelerar sus planes de expansión.

La elección de Austria no es arbitraria: se trata de uno de los países con mayor penetración de energía solar en viviendas particulares, lo que convierte a esta tecnología en una solución real y práctica para muchos consumidores.

Este enfoque local, que adapta sus productos a las características específicas de cada mercado, muestra la madurez con la que BYD está abordando su desembarco europeo.

Y esto no es todo. En 2026, BYD planea traer a Europa sus hipercargadores, capaces de ofrecer una potencia de 1.000 kW y cargar hasta 400 km de autonomía en tan solo cinco minutos.

Esta cifra no solo es impactante, sino que directamente amenaza con cambiar las reglas del juego en la infraestructura de carga.

La ofensiva de BYD es tan agresiva como meticulosamente planificada. Actualmente, la marca ya se ha posicionado en el segmento de coches eléctricos en Europa, una cifra que asusta a muchos fabricantes europeos que han visto cómo, en pocos años, un actor extranjero ha logrado lo que ellos han tardado décadas en construir.

Y lo más inquietante es que BYD no parece tener intención de detenerse aquí. La fábrica en Hungría no solo reducirá los costes logísticos y eliminará los aranceles, sino que permitirá a la marca adaptarse con rapidez a las demandas del mercado local, lanzar modelos específicos para Europa y competir en igualdad de condiciones con los gigantes del sector.

El temor entre los fabricantes europeos es palpable. Mientras algunos aún se preguntan cómo protegerse ante la oleada de coches eléctricos chinos, BYD ya está plantando bandera en suelo europeo, creando empleo, firmando acuerdos estratégicos y ofreciendo productos adaptados al consumidor local.

La narrativa de «invasión china» comienza a perder fuerza cuando la producción, los materiales y los puestos de trabajo se quedan dentro de las fronteras europeas. ¿Se puede seguir considerando a BYD un agente externo cuando sus coches, sus fábricas y sus proveedores sean europeos?.

Lo que está claro es que BYD no ha llegado a Europa para ser un actor secundario. Su apuesta por la producción local, su capacidad para generar alianzas estratégicas y los hipercargadores de 1.000 kW la convierten en un rival formidable.

La pregunta que queda en el aire es: ¿están preparados los fabricantes europeos para competir con BYD?.

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