El Cupra Raval se presenta con el argumento: Made in Spain

Se pondrá a la venta en 2026, en un momento marcado por una fuerte competencia y una oferta de coches eléctricos cada vez más consolidada.

Aunque todavía camuflado, ya hemos podido ver rodando al Cupra Raval, el nuevo coche eléctrico de acceso de la marca.

Un modelo que ha sido diseñado, desarrollado y fabricado en España. Y eso, más allá de cualquier especificación técnica, es su mayor argumento de venta.

Su producción se llevará a cabo en Martorell, la sede de Cupra, y su batería parece que también se fabricará en territorio nacional.

PowerCo, la filial de baterías del Grupo Volkswagen, ya construye en Sagunto la gigafactoría desde donde saldrán las celdas que equiparán al Raval.

Esta conexión entre diseño, desarrollo, ensamblaje y suministro local no es solo una cuestión de orgullo, sino también una forma de asegurar independencia industrial, reducir costes logísticos y, sobre todo, evitar los problemas arancelarios que empiezan a marcar diferencias en el mercado europeo.

Después de la apuesta de Cupra por fabricar el Tavascan en China, los aranceles les han hecho volver a casa.

Este cambio estratégico le permite tener el control de toda la cadena de valor dentro de Europa, devolviendo a España un papel protagonista en la nueva era del automóvil.

Solo queda saber si la relación entre prestaciones y precio lo hará competitivo, o si su único argumento de venta será el sello de fabricación nacional.

El Cupra Raval llega con una longitud de 4,05 metros, 1,78 de ancho y 1,52 de alto, con una distancia entre ejes de 2,60 metros. B

ajo su carrocería se esconde la plataforma MEB+, una evolución optimizada para modelos eléctricos compactos.

Será uno de los primeros del Grupo Volkswagen en estrenarla, lo que también subraya la confianza depositada en el proyecto por parte de la matriz alemana.

El modelo estará disponible inicialmente en tres versiones que marcan diferencias claras en rendimiento y equipamiento.

La variante denominada Dynamic ofrece 210 CV (155 kW), una autonomía estimada de 450 kilómetros y se configura con llantas de 18 pulgadas, suspensión adaptativa DCC, faros Matrix LED, asistentes de conducción avanzados (ADAS) y un interior con asientos tipo bucket.

Por encima se sitúa la Dynamic Plus, que mantiene la misma potencia y autonomía, pero suma una dotación más exclusiva: incorpora llantas de 19 pulgadas con diseño Copper, sistema de sonido Sennheiser con 12 altavoces y un acabado exterior más elaborado, con pintura en color Plasma Iridiscent.

En lo más alto de la gama se encuentra la versión VZ Extreme, la más prestacional de todas, que eleva su potencia hasta los 226 CV (166 kW) con un par motor de 290 Nm y reduce ligeramente la autonomía hasta los 400 kilómetros.

Este modelo alcanza una velocidad máxima de 175 km/h y añade mejoras dinámicas como un diferencial electrónico autoblocante, suspensión DCC Sport, rótulas de dirección específicas, frenos de disco en ambos ejes y un ancho de vías aumentado en 10 milímetros respecto a sus hermanas.

A nivel estético, esta versión se distingue por su acabado exterior en color Manganese Matt y unas llantas de 19 pulgadas con diseño Sulfur.

La marca también ha confirmado que más adelante se lanzará una versión de acceso por 26.000 euros (precio antes de ayudas).

Esta variante utilizará una batería de tipo LFP (litio-ferrofosfato) con una capacidad estimada de unos 38 kWh, mientras que el resto de versiones utilizarán una batería NMC (níquel, manganeso y cobalto) de unos 56 kWh, aunque las cifras aún no han sido confirmadas oficialmente.

Las primeras unidades de producción llegarán a los concesionarios en 2026, con un modelo que apela al orgullo patrio como un argumento de peso para convencer a los compradores.

Este argumento puede quedarse algo cojo en un país como España, donde la compra de un coche nuevo se mira con lupa y la relación calidad-precio pesa mucho a la hora de tomar la decisión.

Cosa algo distinta es a la hora de la venta de coche de empresa, donde factores como la imagen de marca, el compromiso con la industria local o el valor simbólico de apostar por un producto nacional pueden tener un peso mayor en la decisión de compra.

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