Harley-Davidson a través de su marca LineWire ha presentado su scooter eléctrico que puede ser un test para dar el salón a motos urbanos.

La icónica Harley-Davidson, sinónimo de músculo, cuero y motores rugientes, está a punto de firmar uno de los movimientos más sorprendentes de su historia centenaria: la llegada de su primer scooter.
Pero antes de que los más puristas de la marca empiecen a rasgarse las vestiduras, hay un matiz importante: no será una Harley-Davidson como tal.
El nuevo vehículo se lanzará bajo el paraguas de LiveWire, su filial eléctrica, en un intento calculado por captar nuevos públicos sin alienar a su base tradicional. ¿Genialidad estratégica o traición al espíritu Harley?. La polémica está servida.
El scooter, que responde al nombre provisional de LiveWire Doki, no es un producto improvisado. Nace del trabajo conjunto entre Harley-Davidson y el fabricante taiwanés Kymco, en una colaboración que puede cambiar las reglas del juego en la movilidad urbana premium.
Mientras Kymco aporta su amplia experiencia en diseño y producción de scooters, LiveWire pone sobre la mesa la tecnología eléctrica y la plataforma modular S2 Arrow, ya utilizada en modelos como la S2 Del Mar o la Mulholland.
Esta arquitectura es clave para entender la apuesta de la marca. Diseñada para permitir una alta adaptabilidad a distintos formatos y necesidades, la S2 Arrow es la base sobre la que LiveWire construye su gama de modelos eléctricos.
Es también el pilar sobre el que se cimentará este nuevo maxi-scooter, que aspira a ofrecer unas prestaciones similares a las motos eléctricas de la compañía: entre 14 y 15 CV de potencia y una autonomía estimada en unos 200 kilómetros. Cifras que lo sitúan como una alternativa premium en el mundo del transporte urbano eléctrico, con una carga completa en apenas 78 minutos.
Desde el punto de vista del diseño, LiveWire ha planteado dos caminos distintos, ambos presentados como prototipos durante el EICMA 2024. El primero apuesta por una estética futurista, que aunque se inspira en los scooters convencionales, introduce elementos rompedores como una carrocería frontal que envuelve parcialmente la rueda delantera.
El segundo concepto, mucho más atrevido, se adentra en el terreno del scooter todoterreno. Con grandes ruedas de tacos, chasis expuesto y una estructura trasera que permite transportar carga, este diseño se alinea con la creciente demanda de scooters crossover, un segmento que está ganando protagonismo por su versatilidad y estética robusta.
Aún no se ha confirmado cuál de estos dos caminos será el definitivo, pero sí parece claro que LiveWire quiere diferenciarse en un mercado saturado de propuestas anodinas. Y no solo desde el punto de vista estético o técnico, sino también desde el marketing.
El nombre «Doki», según se ha revelado en la solicitud de registro de la marca en la Oficina de Patentes de Estados Unidos, se inspira en la onomatopeya japonesa “Doki Doki”, que reproduce el sonido de un corazón latiendo con fuerza. Un guiño emocional que busca conectar con el público joven, urbano y tecnológicamente sensibilizado, más interesado en la movilidad sostenible que en los viejos estereotipos del motero clásico.
Y es precisamente este punto el que abre un debate interesante. ¿Puede una Harley-Davidson, aunque sea bajo otra marca, convertirse en un vehículo deseado por la Generación Z?. ¿Tiene sentido que una compañía cuya imagen ha estado ligada durante décadas al rugido del motor y a la carretera infinita se atreva ahora con un scooter eléctrico diseñado para recorrer calles estrechas y con mucho tráfico?
Desde luego, el movimiento no es por casualidad y es que Harley-Davidson ha sufrido en los últimos años una erosión constante de su base de clientes en Estados Unidos.
Su imagen, a pesar de los esfuerzos de modernización, sigue siendo vista como algo anclado en el pasado. El lanzamiento de LiveWire como marca independiente fue ya un intento de cortar ese cordón umbilical emocional sin renunciar a la herencia tecnológica de la casa madre.
Con el Doki, la empresa va un paso más allá: entra de lleno en un segmento dominado por marcas asiáticas, con un producto de alto nivel y estética diferenciadora.
Europa, y más concretamente las grandes ciudades donde el scooter es el rey, será el mercado objetivo de este nuevo modelo. Allí, Harley-Davidson espera posicionarse como una alternativa “de prestigio” para aquellos que ven el vehículo como una extensión de su identidad.
El precio no será bajo, pero en este caso, ese detalle juega a favor de la imagen: exclusividad, tecnología, y una historia detrás que, aunque se vista con otro logo, sigue pesando.
Lo cierto es que el Doki, aún sin haber sido oficialmente presentado, ya está cumpliendo uno de sus objetivos: generar conversación. No hay más que ver las reacciones encendidas en redes sociales, donde los fans tradicionales de la marca acusan a Harley de venderse, mientras otros aplauden su valentía y su voluntad de adaptarse.
Por ahora, lo único confirmado es que la producción comenzará en 2026 y que el modelo verá la luz, probablemente, en su versión final ese mismo año.
Hasta entonces, toca seguir especulando: ¿veremos un scooter rompedor que redefina lo que significa ser una Harley, aunque no lo ponga en el depósito?.



