El proyecto, sin coste para el consistorio, busca integrar la movilidad ciclista con una red renovada de carriles bici, aparcamientos y programas educativos.

Almería ha anunciado un ambicioso proyecto piloto que pondrá en circulación más de 600 bicicletas eléctricas públicas, la capital andaluza se posiciona como una de las ciudades del sur de Europa que apuestan con claridad por un futuro más activo, saludable y sostenible.
Esta nueva estrategia de movilidad no solo pretende cambiar la forma en la que los almerienses se mueven por su ciudad, sino también transformar la percepción colectiva sobre cómo deben organizarse los espacios urbanos en favor de la salud pública y la conexión social.
Lo más llamativo de este nuevo servicio es, sin duda, su planteamiento económico. A diferencia de modelos anteriores que implicaban fuertes inversiones públicas, esta iniciativa no supondrá ningún coste para las arcas municipales.
El Ayuntamiento ha optado por una fórmula de colaboración público-privada en la que la empresa operadora asume tanto la inversión inicial como la gestión del servicio, quedando en manos del consistorio la supervisión y el control de calidad.
Esta decisión no es solo una cuestión de ahorro, sino también una respuesta estratégica a los fracasos recientes en otras ciudades españolas de tamaño similar, donde los servicios de bicicleta compartida fueron desmantelados por su inviabilidad financiera o su escaso uso.
La fase inicial del proyecto se desarrollará como una experiencia piloto. En esta etapa se recopilarán datos reales sobre la demanda, los trayectos más utilizados y los hábitos de los usuarios.
El objetivo no es solo poner bicicletas en la calle, sino entender de forma precisa cómo se integran en la dinámica urbana, qué rutas se consolidan de forma espontánea y qué ajustes serán necesarios antes de su expansión definitiva.
Según explicó el concejal de Ciudad Activa, Movilidad Urbana y Deportes, Antonio Jesús Casimiro, este enfoque pragmático parte del aprendizaje de experiencias nacionales e internacionales y busca asegurar la sostenibilidad a largo plazo del sistema.
Inspirado en grandes capitales europeas como Copenhague, Ámsterdam o Lisboa, donde la bicicleta eléctrica ha dejado de ser una rareza para convertirse en un elemento central del transporte urbano, Almería quiere adaptar ese modelo a su propia escala, climatología y geografía.
Pero la ciudad no pretende imitar sin más: el diseño del sistema responde a un diagnóstico técnico detallado realizado por una consultora especializada, que ha evaluado las condiciones actuales de movilidad, la infraestructura disponible y las proyecciones de crecimiento.
La movilidad activa no se construye solo con bicicletas. El proyecto se enmarca dentro de una estrategia más amplia para convertir Almería en una referencia mediterránea de bienestar urbano.
Esta visión incluye también una serie de programas ya en marcha que promueven el uso del espacio público para caminar, correr o desplazarse en VMP (vehículos de movilidad personal).
Desde rutas patrimoniales hasta senderos urbanos o iniciativas inclusivas, el Ayuntamiento trabaja para diversificar las opciones de movilidad no motorizada y hacerlas accesibles a todos los ciudadanos.
En paralelo, ya se ha adjudicado un plan de mejora y mantenimiento de la red de carriles bici, cuya ejecución está próxima a comenzar.
Esta actuación contempla la revisión completa de los trazados existentes, la mejora de la conectividad entre zonas urbanas, la actualización de la señalética y la coordinación con proyectos estratégicos como el soterramiento de las vías del tren o la integración urbana del frente portuario.
El Ayuntamiento reconoce que muchos de los carriles actuales presentan discontinuidades y escasa integración, lo cual limita su efectividad como alternativa real de transporte.
Otro de los puntos clave es la red de aparcamientos. Actualmente Almería dispone de 235 zonas habilitadas para bicicletas y VMP, aunque su uso, según datos del propio consistorio, es todavía limitado.
La estrategia municipal no pasa por ampliar de forma indiscriminada esta infraestructura, sino por consolidar su uso actual, observar su evolución y, a partir de ahí, decidir con base en datos dónde y cuándo ampliar.
Pero si algo ha querido dejar claro el Ayuntamiento es que la transformación hacia una movilidad activa no depende únicamente de infraestructuras.
La educación y la implicación ciudadana son pilares esenciales del cambio. Para ello, se han activado múltiples iniciativas educativas, como el programa ‘Andando y en Bici al Cole’, talleres de seguridad vial y proyectos de participación comunitaria como ‘Barrio Amable’ o ‘¡Anda Ya!’.
Estas propuestas buscan generar conciencia desde edades tempranas y fomentar hábitos saludables que puedan mantenerse a lo largo del tiempo.
Según Casimiro, todos estos programas forman parte de una hoja de ruta coherente que se viene ejecutando desde hace años y que tiene como objetivo consolidar una ciudad más inclusiva, activa y conectada.
Ejemplos como ‘Conoce Almería pedaleando y caminando’, ‘Camina inclusiva’ o el ‘Plan de movilidad no motorizada del Centro Histórico’ muestran la diversidad de enfoques que se están poniendo en práctica para responder a una necesidad común: recuperar el espacio público para las personas.
Almería no se limita a seguir una moda ni se lanza a la improvisación. Su apuesta por la bicicleta eléctrica forma parte de una visión estratégica bien definida, en la que se conjugan tecnología, sostenibilidad, datos y participación ciudadana.
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