Polestar decide cerrar sus puntos de ventas en China tras su fracaso comercial

Con tan solo 69 coches vendidos en lo que va de 2025, Polestar decide abandonar su apuesta por el mercado chino.

Polestar parecía tener todos los ingredientes necesarios para conseguir buenos resultados en China, el país perfecto si eres una marca que fabrica solo coches eléctricos.

La firma, un híbrido entre ingeniería sueca y músculo industrial chino (parte del grupo Geely), fue concebida como la división eléctrica premium que rivalizaría con marcas como Tesla.

Pero la marca americana ha conseguido triunfar en China gracias a dar un giro en su identidad y ha pasado a ser una marca de precio competitivo más que premium.

Por su parte, Polestar consigue buenos resultados a nivel mundial : en 2025 logra vender más de treinta mil unidades, lo que suponía un espectacular repunte del 51 % respecto al año anterior.

Sin embargo, esa historia de éxito global choca con una cruda realidad en China, el mercado eléctrico más grande del planeta.

En China, Polestar apenas ha vendido 69 vehículos en todo 2025 y ha decidido prácticamente cerrar sus operaciones en tierra china, manteniendo solo un concesionario en Shanghái.

Este despliegue fallido no solo sorprende, sino que abre interrogantes potentes. ¿Cómo puede una marca respaldada por un gigante como Geely fracasar en su propio terreno?.

Una de las respuestas, es la gran competencia que existe en el país asiático. Cada semana hay nuevos lanzamientos de modelos y el público demanda marcas con gran dinamismo.

Desde Pekín, las cifras no mienten. Con más de ciento treinta marcas compitiendo en el mercado del coche eléctrico, la diferenciación se vuelve imposible y el margen se desvanece.

Mientras tanto, el respaldo del Gobierno chino a marcas como BYD, NIO, XPeng o Zeekr impulsa el sentimiento por las marcas locales.

Polestar, con un posicionamiento más premium y europeo, no encuentra cobijo: el público chino busca marcas más accesibles, marcas diseñadas en casa, marcas que simbolizan el orgullo nacional.

La apuesta europea, que en otras regiones funciona, aquí parece fuera de lugar. “Polestar está sufriendo mucho más de lo esperado por culpa de la guerra comercial china”, comenta un analista del sector.

En China, la electromovilidad se ha democratizado tanto que incluso firmas emergentes ofrecen modelos tecnológicos a mitad del precio de Polestar.

El resultado se traduce en márgenes demasiado estrechos y una presión que no permite sostener una red comercial costosa.

En contraposición, Polestar ha sabido posicionarse en Europa y América del Norte Polestar, gracias a modelos como el Polestar 2 y el esperado Polestar 5, en China su propuesta no caló.

Ha sido tal la decepción comercial en China, que la firma ha decidido cerrar todos sus concesionarios salvo uno.

Se trata del único punto de venta en Shanghái, que funcionará como remanente operativo mientras la marca «evalúa el mejor camino para mantener sus operaciones en el mercado chino».

Este cierre masivo supone una fracaso estratégica. Polestar no abandona oficialmente el país, pero su intención de retirarse queda patente: no tiene sentido mantener centros físicos si las ventas son anecdóticas.

El contexto aporta nuevas claves. Las autoridades chinas llevan meses advirtiendo sobre el exceso de oferta en la industria eléctrica. Varias marcas más pequeñas han desaparecido ya.

El Gobierno ha prometido intervenir para evitar una «competencia irracional» que ponga en riesgo la estabilidad del sector, y Polestar ha quedado señalada por no cumplir con cifras mínimas.

Su salida parcial resulta más lógica: frente a un enfriamiento de la demanda interna, solo las marcas con costos bajos y volumen enorme podrán sobrevivir.

No es la primera vez que una firma extranjera reevalúa su presencia en China, pero sí es la más sorprendente.

Polestar, nacida de Volvo, había sido presentada como el puente perfecto entre estética escandinava y producción china eficiente.

El plan parecía redondo: una estética minimalista europea a precio competitivo, con la garantía de la ingeniería Volvo y los procesos de Geely.

Sin embargo, al final, fue presa de su propio corsé: cara en comparación con rivales locales, insuficientemente aspiracional para un consumidor chino ya saturado de opciones más baratas

Desde Shanghái, la única tienda que sigue abierta en China no solo será testigo del adiós de Polestar, sino también el escenario donde se definirán los próximos pasos.

La marca puede quedar latente, a la espera de nuevas estrategias por parte de sus directivos. Una nueva propuesta, específica para el mercado chino, podría relanzarla y darle un nuevo impulso.

Tanto Volvo como Polestar tendrían un futuro incierto si viajaran en solitario, los grupos y las alianzas en el sector del automóvil son hoy en día fundamentales.

En otras mercados, la marca sueco‑china continúa expandiéndose. No es nada fácil construir una marca premium 100% eléctrica.

Pero lo que está claro, que este desencuentro entre los resultados globales y el fracaso en China genera tensión, y también conversación.

Sea cual sea la respuesta, se está demostrando, que el mercado del automóvil en china ha elevado sus estándares competitivos y ha cerrado el paso a quienes no consiguen adaptarse.

Polestar ha cometido el pecado de no ofrecer una ventaja clara que justifique precios superiores, ni el atractivo emocional suficiente para triunfar contra sus competidores.

Desde ya, las voces del sector y la opinión pública esperarán movimientos concretos en los próximos meses, porque abandonar China no solo es una decisión comercial, es un mensaje al mundo sobre quién puede competir en el nuevo orden eléctrico global.