El fallo fue identificado en el sistema de asistencia a la conducción del modelo Standard fabricado entre 2024 y 2025.

Xiaomi EV, la división de vehículos eléctricos del gigante tecnológico chino, se ha visto obligada a retirar del mercado nada menos que 116.887 unidades de su sedán eléctrico SU7, una decisión que ha sacudido tanto a la industria como al público general.
Esta retirada, la más significativa desde el lanzamiento del modelo en marzo de 2024, representa aproximadamente un tercio del total de vehículos vendidos de la serie SU7.
El motivo: un fallo en su sistema de asistencia a la conducción de nivel 2, conocido como Pilot Pro.
La alarma saltó el 29 de marzo de 2025, cuando un Xiaomi SU7 Standard Edition se estrelló violentamente contra una barrera de hormigón en una autopista china.
El vehículo, en modo de conducción asistida, no logró responder de forma adecuada ante una zona en reparación y colisionó a gran velocidad.
Las consecuencias fueron fatales: las tres mujeres que viajaban a bordo fallecieron en el acto tras incendiarse el coche. El suceso, ampliamente difundido en redes sociales chinas, desató un profundo debate sobre la fiabilidad de los sistemas de conducción asistida y el papel de las tecnológicas en la industria automovilística.
El informe técnico revelado por las autoridades chinas fue claro y contundente: el sistema Pilot Pro de Xiaomi mostró deficiencias críticas en situaciones de conducción extremas.
Se detectó una incapacidad para identificar, advertir o actuar con la rapidez necesaria ante obstáculos inesperados.
Aunque el sistema se desactivó automáticamente un segundo antes del impacto, devolviendo el control al conductor, el margen de maniobra fue inexistente. A 97 km/h, ese segundo marcó la diferencia entre la vida y la muerte.
La respuesta institucional no tardó en llegar. La Administración Estatal de Regulación del Mercado (SAMR) publicó inmediatamente un aviso formal obligando a Xiaomi a emitir una llamada a revisión oficial.
Lo que llama la atención es que, en el contexto chino, este tipo de acciones son poco habituales. Las marcas suelen resolver fallos mediante actualizaciones discretas, sin la exposición pública que implica una campaña oficial.
En este caso, la magnitud del problema y la presión social forzaron una reacción diferente. Xiaomi se convirtió así en el primer fabricante en someterse a las nuevas directrices del gobierno en materia de sistemas de conducción inteligente.
El fallo no afecta a todas las versiones del SU7. Solo las unidades del modelo Standard Edition, fabricadas entre febrero de 2024 y agosto de 2025, están incluidas en la llamada a revisión.
Este modelo carece de LiDAR, un sensor fundamental para el reconocimiento tridimensional del entorno, presente en los modelos Pro y Max de la gama.
También tiene una capacidad de procesamiento inferior, lo que agrava la falta de respuesta en condiciones complejas.
El propio sistema Pilot Pro fue promocionado como una solución de conducción semiautónoma, pero sus limitaciones han quedado expuestas de forma dramática.
Para resolver el problema, Xiaomi ha anunciado una actualización de software que se realizará de manera remota a través de tecnología OTA (Over-The-Air).
Esta actualización incorporará mejoras en el sistema de asistencia, incluyendo avisos más tempranos al conductor y una modificación en el comportamiento del control de crucero adaptativo.
A pesar de la gravedad de la situación, los propietarios de los vehículos no tendrán que desplazarse a talleres, una decisión que, si bien agiliza la corrección técnica, no elimina las preocupaciones de fondo sobre la seguridad del sistema.
El accidente de marzo y la posterior revisión han puesto en entredicho no solo la fiabilidad técnica del SU7, sino también el discurso de marketing con el que Xiaomi y otros fabricantes han intentado posicionarse en el mercado de los vehículos inteligentes.
El gobierno chino, tras el incidente, ha dado un paso al frente con una nueva legislación que busca prohibir el uso de términos como “conducción autónoma” en sistemas que no alcanzan el nivel 3 de autonomía.
Además, impone que cualquier actualización relacionada con la conducción asistida requiera aprobación estatal previa, para evitar que se utilicen estos parches como herramientas para evadir responsabilidades legales.
En este contexto, la retirada del SU7 se convierte en un caso emblemático. No se trata solo de una campaña técnica para resolver un fallo.
Es una operación de control de daños en la reputación de una marca que había generado enormes expectativas desde su entrada en el sector automotriz.
Xiaomi había presumido públicamente de haber recibido premios de seguridad por parte del Centro de Investigación Automotriz de China (CAERI), lo que añade una capa de contradicción y frustración entre sus seguidores y consumidores.
La decisión de actualizar 116.887 vehículos también tiene un componente simbólico. Refleja un cambio de actitud en la industria china hacia una mayor transparencia y responsabilidad.
Hasta ahora, la falta de regulación permitía que muchas de estas compañías lanzaran productos sin los niveles de prueba que se exigirían en otros mercados.
El caso Xiaomi podría marcar un punto de inflexión y establecer un nuevo estándar en la gestión de riesgos tecnológicos.
Queda por ver cómo afectará esta situación al futuro de Xiaomi como fabricante de automóviles. Por ahora, la marca continúa expandiendo su presencia, y el SU7 sigue siendo su modelo estrella.
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