El pueblo salmantino que logra el 80% de sus ingresos municipales vendiendo energía solar

Sin industria ni turismo, sus vecinos impulsaron una comunidad energética que ahora despierta interés en toda España.

Enclavado en la comarca de la Sierra de Béjar, Valdelacasa es un pequeño municipio salmantino de apenas 200 habitantes que ha conseguido lo que muchas otras localidades aún no logran: independencia energética.

Lo que empezó como una solución a una crisis financiera municipal en 2008 se ha transformado en un proyecto de desarrollo rural pionero en España, capaz de atraer la atención de comunidades de otras regiones y marcar una hoja de ruta para un modelo energético más justo y colaborativo.

Una respuesta local a un problema económico

La historia de la revolución energética de Valdelacasa se remonta a 2008. Aquel año, el Ayuntamiento atravesaba serias dificultades económicas debido a la falta de ingresos y financiación externa.

Lejos de resignarse, el consistorio tomó una decisión audaz: instalar una planta solar fotovoltaica de 400 kW con fondos municipales.

Aquella instalación no solo generó energía, sino que se convirtió en una fuente directa de ingresos para el ayuntamiento, que comenzó a vender el excedente producido al sistema eléctrico.

Desde entonces, una parte cada vez mayor del presupuesto municipal proviene de esa comercialización de energía solar. Lo que en su momento fue una apuesta arriesgada ha acabado por consolidarse como un caso de éxito.

Hoy, el 70% de los ingresos del ayuntamiento proviene de la energía solar, un dato que ilustra cómo el recurso más abundante del pueblo, el sol, ha sustituido a las subvenciones, los recortes o la dependencia institucional.

El nacimiento de una comunidad energética

El verdadero punto de inflexión llegó en 2022, cuando se constituyó formalmente la cooperativa energética VACOE, en la que se integraron 82 socios, casi todas las familias del pueblo, junto a algunas empresas y el propio ayuntamiento.

La cooperativa gestiona varias instalaciones de paneles solares repartidas por el término municipal, con una potencia generadora conjunta de 98 kW que produce más de 170.000 Wh al año, suficientes para abastecer las necesidades energéticas locales y generar excedente.

El modelo de participación de VACOE es radicalmente democrático: cada socio tiene exactamente el mismo porcentaje de participación, sin importar si es una familia, una empresa o el ayuntamiento.

Esta estructura ha sido clave para consolidar el sentimiento de pertenencia y corresponsabilidad, donde todos los vecinos participan por igual en los beneficios y las decisiones.

Además, gracias a este modelo de autoconsumo colectivo, las familias y las empresas reducen de forma significativa sus facturas eléctricas, mientras contribuyen activamente a la lucha contra el cambio climático, evitando la emisión de más de 120 toneladas de CO₂ al año.

Tecnología, eficiencia y futuro

En 2024, el proyecto de Valdelacasa dio un nuevo paso adelante con la inauguración de la segunda fase de su comunidad energética.

Esta ampliación incluyó la instalación de un sistema de almacenamiento mediante baterías y un software de gestión inteligente que permite monitorizar en tiempo real los consumos y optimizar el uso de la energía generada.

Según explicó Ricardo Bonafonte, presidente de la cooperativa, el sistema actual cuenta con 600 kW de generación y 220 kWh de capacidad de acumulación. Las instalaciones comunitarias suman 113 kW de generación con 144 kWh de acumulación gracias a las nuevas baterías.

Este avance permite garantizar el suministro energético incluso en momentos en los que no hay producción solar, dotando al pueblo de una autonomía y estabilidad energética que muchas grandes ciudades envidiarían.

Este salto cualitativo ha convertido a Valdelacasa en un referente nacional. Delegaciones de comunidades autónomas como Valencia o Andalucía han mostrado interés por replicar el modelo.

Más que una red eléctrica: una comunidad resiliente

El éxito del modelo no se limita a lo técnico ni a lo económico. Según defienden sus impulsores, el proyecto de Valdelacasa es ante todo una herramienta social.

Es un ejemplo de flexibilidad, de lucha contra la pobreza energética y de impulso al asentamiento de la población en el territorio.

Para un pueblo que históricamente ha dependido de la agricultura, la ganadería y la industria chacinera de Guijuelo, esta transformación energética ha significado también una oportunidad de revitalización.

Entre las iniciativas que ya están en marcha destacan la instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos y el cambio del alumbrado público a tecnología LED, con el objetivo de maximizar el ahorro energético.

Además, está en fase de planificación un espacio de formación y empleo especializado en energías renovables, que ofrecerá programas de certificación profesional para futuros instaladores y servicios de consultoría para replicar el modelo en otros municipios.

Compromiso con la inversión y el empleo

El presupuesto municipal de Valdelacasa para 2024 asciende a 980.000 euros, de los cuales se prevé destinar más de 250.000 a inversiones reales.

A pesar de su reducido tamaño, el municipio muestra una notable fortaleza económica y social, demostrando que todavía hay posibilidades en el medio rural.

Esta solidez se ha alcanzado sin grandes multinacionales, sin grandes infraestructuras ni masificación turística. Su motor ha sido la autosuficiencia, la colaboración vecinal y una visión de futuro sostenida en valores medioambientales y de equidad.

Un llamado a las administraciones

Pese al éxito alcanzado, los impulsores del proyecto reclaman más apoyo institucional para seguir avanzando. La financiación del sistema actual ha corrido, en buena parte, a cargo del propio ayuntamiento, con la colaboración puntual del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) dentro del Plan Implementa.

Pero para escalar el modelo y replicarlo en otros puntos del país, es imprescindible el respaldo decidido de las administraciones regionales y nacionales.

Un modelo para el siglo XXI

Lo que Valdelacasa ha logrado en poco más de una década trasciende lo energético. Se trata de un modelo de desarrollo rural integral, donde la energía no es solo un servicio, sino una herramienta para generar empleo, cohesión social, ahorro económico y sostenibilidad.

Una propuesta construida desde abajo, con la participación de sus habitantes, que hoy puede inspirar a muchos otros territorios.

En un mundo donde la energía es fuente de conflicto, dependencia y desigualdad, este pequeño pueblo salmantino demuestra que hay otra forma de hacer las cosas: con sol, con cooperación y con una visión clara de futuro.