El alcalde Jaume Collboni anuncia una ayuda directa de 600 euros para quienes decidan desguazar su ciclomotor de combustión y adquirir uno eléctrico.

A partir del 1 de marzo de 2026, Barcelona pondrá en marcha un ambicioso plan para transformar por completo su parque de ciclomotores.
Esta medida, que forma parte de una estrategia más amplia hacia la descarbonización urbana, se prolongará hasta 2030 y cuenta con un presupuesto total de 15 millones de euros.
El objetivo: retirar 20.000 ciclomotores de gasolina y lograr que la flota eléctrica aumente considerablemente.
El plan se dirige exclusivamente a residentes empadronados en la capital catalana y plantea una propuesta sencilla, pero con un impacto medioambiental significativo.
Actualmente, Barcelona cuenta con un parque censado de 32.000 ciclomotores, de los cuales 8.000 ya son eléctricos. Es decir, el 25% de la flota ha hecho ya la transición.
El reto ahora es conseguir que los 24.000 vehículos restantes abandonen los motores de combustión en los próximos cuatro años.
Para acceder a la ayuda, los interesados deberán cumplir dos únicos requisitos: estar empadronados en la ciudad y presentar la documentación que acredite tanto el desguace definitivo del ciclomotor de gasolina como la compra del nuevo vehículo eléctrico.
Con estos dos documentos, el comprobante del desguace y la factura de adquisición del ciclomotor eléctrico, los solicitantes podrán rellenar un formulario online a través del portal de Ecología Urbana.
Las solicitudes se resolverán por orden de llegada hasta agotar el presupuesto disponible, lo que da un carácter competitivo al proceso.
Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, que fue a la rueda de prensa en un ciclomotor eléctrico, ha calificado esta iniciativa como una “medida inédita y radicalmente nueva”.
No solo por su enfoque directo hacia el usuario, sino también porque representa una herramienta de política pública pensada para cerrar una brecha que otras ayudas estatales han dejado abierta.
La ayuda de 600 euros cubrirá en muchos casos entre el 16% y el 40% del precio total del nuevo ciclomotor eléctrico, dependiendo del modelo adquirido.
Aunque pueda parecer una cifra modesta, el impacto económico puede ser determinante para muchos usuarios.
De hecho, el consistorio ha subrayado que la medida se ha diseñado pensando especialmente en el público joven, que es el principal propietario de motos de 49 cc, y que a menudo enfrenta mayores dificultades económicas para acceder a tecnologías limpias.
Este enfoque, centrado en facilitar el cambio tecnológico a colectivos con menos recursos, no es casual. Según el Ayuntamiento, hay un interés doble: reducir la huella de carbono del transporte urbano y garantizar que la transición ecológica no deje atrás a quienes más la necesitan.
Collboni ha insistido en que los jóvenes barceloneses son quienes más utilizan ciclomotores y quienes menos ayudas encuentran para renovarlos, por lo que esta medida busca corregir esa desventaja estructural.
La transición hacia una movilidad sin emisiones no se limita solo a renovar los vehículos. En paralelo, el Ayuntamiento ha anunciado una inversión complementaria de tres millones de euros para desarrollar una red más amplia de estaciones de intercambio de baterías.
Este sistema, basado en tecnología que ya utilizan marcas como Silence, permitirá a los usuarios cambiar una batería descargada por otra completamente cargada en cuestión de segundos, evitando los tiempos de espera asociados a la recarga convencional.
Actualmente, Barcelona dispone de 32 puntos de intercambio de baterías en funcionamiento. El nuevo plan prevé la instalación de 64 estaciones adicionales, con lo que la ciudad alcanzará un total de 96 puntos distribuidos estratégicamente.
Estas nuevas estaciones serán posibles gracias a una línea de subvenciones que pueden alcanzar hasta los 45.000 euros por proyecto, cubriendo un máximo del 60% del coste de instalación.
Las ayudas están dirigidas a empresas que gestionen aparcamientos o estaciones de servicio, con la condición de que los puntos de intercambio estén operativos durante al menos cuatro años.
El impacto estimado de esta doble estrategia, renovación del parque de ciclomotores y despliegue de infraestructuras de intercambio de baterías, va más allá de la movilidad individual.
Se calcula que, si se cumple el objetivo de retirar 20.000 ciclomotores de gasolina, la ciudad evitará la emisión de unas 3.000 toneladas de CO2.
Esta cifra equivale a la contaminación generada por 1.000 coches en un año, lo que pone en perspectiva el alcance real de la medida.
El plan, por tanto, no solo busca transformar el paisaje urbano desde el punto de vista tecnológico, sino también desde la lógica de la equidad social y la sostenibilidad.
Es una medida que reconoce las limitaciones de acceso al vehículo eléctrico y propone una solución concreta, práctica y focalizada en los colectivos más vulnerables económicamente.
Barcelona, que ya lidera muchas de las transformaciones urbanas en España, vuelve a marcar el paso con una iniciativa que combina simplicidad administrativa, impacto ecológico y sensibilidad social.
La transición hacia una ciudad sin emisiones no puede construirse solo con grandes declaraciones de intenciones; necesita políticas públicas específicas, ejecutables y orientadas a resultados.
Con esta ayuda de 600 euros por cada ciclomotor de gasolina retirado, el Ayuntamiento da un paso firme en esa dirección.
Etiqueta: motos eléctricas.





