Comienza el juicio contra Tesla en Miami por la muerte de una universitaria atropellada

El primer juicio contra la conducción autónoma de Tesla marcará el futuro de esta nueva tecnología.

El juicio que ha comenzado esta semana en Miami contra Tesla marca un nuevo capítulo en la historia reciente de la compañía de Elon Musk, enfrentada a acusaciones cada vez más serias sobre la seguridad de su sistema de conducción asistida, conocido como Autopilot.

En el centro del proceso judicial está la trágica muerte de Naibel Benavides Leon, una universitaria de 22 años que perdió la vida en 2019 cuando un Tesla Model S, presuntamente con el Autopilot activado, impactó contra una camioneta que terminó arrollándola.

El jurado que ahora delibera no sólo deberá determinar si hubo responsabilidad por parte del conductor, sino también si Tesla actuó de forma negligente al comercializar y promocionar un sistema que, según los demandantes, no cumplía adecuadamente su función de advertir al conductor y prevenir accidentes.

El contexto es especialmente delicado para Tesla. La compañía ha conseguido hasta ahora evitar que muchos de estos casos lleguen a juicio público, resolviendo la mayoría en acuerdos privados o mediante desestimaciones judiciales.

Por tanto, el hecho de que este caso avance ante un jurado popular en un tribunal de Florida supone un precedente potencialmente dañino, justo cuando Tesla necesita convencer a la opinión pública de que su tecnología está lista para sostener su ambicioso plan de desplegar robotaxis en cientos de ciudades estadounidenses antes de que termine 2026.

Los detalles del accidente no dejan indiferente. Según la demanda presentada por la familia de Benavides Leon, el Tesla implicado en el siniestro circulaba a casi 70 millas por hora, ignorando semáforos en rojo y una señal de alto antes de atravesar un cruce de forma temeraria.

Los abogados de la familia sostienen que el sistema Autopilot debía haber intervenido: debía haber advertido al conductor y activado los frenos automáticos al detectar que el vehículo estaba a punto de embestir otro automóvil.

Alegan que existen registros de datos y vídeos que muestran que el Autopilot sí detectó la camioneta que terminó impactando a Benavides Leon, pero, sorprendentemente, no emitió ninguna alerta ni activó el sistema de frenado automático.

Por su parte, Tesla defiende que la responsabilidad recae exclusivamente en el conductor, George McGee, quien según la empresa se distrajo al intentar recuperar un teléfono móvil que se le había caído.

Para Tesla, este caso no es más que un accidente causado por un conductor humano desatento, el tipo de siniestro que se produce desde la invención del teléfono móvil, y que nada tiene que ver con la tecnología del vehículo.

Sin embargo, las dudas sobre la fiabilidad del Autopilot no son nuevas. En 2023, los reguladores federales exigieron la retirada de más de 2,3 millones de vehículos Tesla por defectos que impedían que el sistema advirtiera adecuadamente al conductor cuando no estaba prestando atención al volante.

Y cuando la empresa afirmó haber corregido el problema, nuevas investigaciones demostraron que persistían las deficiencias, lo que condujo a la apertura de otro expediente sancionador.

Este historial coloca a Tesla en una posición incómoda. El resultado del juicio no solo tendrá implicaciones financieras, sino también reputacionales en un momento en que la empresa está apostando fuerte por posicionarse como líder en conducción autónoma.

Un fallo desfavorable podría debilitar la confianza de los consumidores y dar argumentos a los críticos que cuestionan la seguridad de estas tecnologías.

La jueza del caso, Beth Bloom, ya ha abierto la puerta a que el jurado pueda considerar que Tesla actuó de manera imprudente al priorizar el desarrollo y la comercialización de su sistema de conducción asistida sobre la seguridad de las personas.

Su fallo previo fue rotundo: un jurado podría perfectamente concluir que Tesla puso sus intereses comerciales por encima de la vida de una joven, permitiendo que una tecnología aún imperfecta estuviera en las carreteras.

La estrategia de Tesla en los tribunales parece buscar desmarcar completamente a la empresa del siniestro, insistiendo en que el Autopilot no tiene la obligación de sustituir la atención del conductor, sino de asistirlo.

En cambio, la acusación pretende probar que las promesas publicitarias de Tesla indujeron al usuario a confiar demasiado en un sistema que, en realidad, no estaba preparado para asumir el control en situaciones críticas.

El caso también pone de relieve un problema que afecta no sólo a Tesla sino a toda la industria de vehículos con sistemas avanzados de asistencia: la confusión sobre qué pueden y qué no pueden hacer realmente estos sistemas.

Este escenario se vuelve aún más relevante al considerar los planes de Tesla para lanzar a gran escala robotaxis, que presuntamente dependerán de versiones avanzadas del Autopilot.

Si un jurado determina que el sistema actual no es suficientemente seguro y que Tesla actuó de forma irresponsable al no garantizar su fiabilidad antes de venderlo, el golpe para los planes futuros de la compañía podría ser devastador.

En el fondo, el juicio es un examen a la cultura corporativa de Tesla, que ha apostado por ir más rápido que sus competidores en la carrera hacia la conducción autónoma completa. Una apuesta arriesgada que ha generado admiración pero también recelos.

Aunque el conductor implicado ya había alcanzado un acuerdo extrajudicial con los demandantes, la familia de Benavides Leon decidió proseguir la batalla legal contra la propia Tesla, una decisión que ahora coloca a la compañía en el centro de atención mediática y judicial.

El proceso también servirá como termómetro del nivel de exigencia que la sociedad estadounidense quiere imponer a las empresas que desarrollan tecnologías de conducción asistida y autónoma.

En juego no está sólo la indemnización económica para los afectados, sino también el debate sobre qué nivel de fiabilidad y seguridad se debe exigir a estos sistemas antes de que circulen masivamente en las calles y carreteras.

Por primera vez, un jurado podrá pronunciarse sobre si Tesla tiene responsabilidad directa en la muerte de un peatón debido al funcionamiento de su Autopilot.

La decisión que adopte este tribunal de Miami tendrá repercusiones que van mucho más allá de este accidente y de la propia Tesla, porque podría sentar un precedente jurídico que condicione el futuro de toda la industria de vehículos autónomos en Estados Unidos y posiblemente en el resto del mundo.

Etiquetas: Tesla, robotaxi