Los coches eléctricos ya representan el 18,9% de las matriculaciones en Europa frente al 9,5% de los híbridos enchufables, mientras que en España el eléctrico se queda en el 8,6% y los PHEV alcanzan el 10,6%.

Los datos de matriculaciones dejan una lectura muy clara en el conjunto de Europa: el coche eléctrico se vende bastante más que el híbrido enchufable.
En lo que va de año, el 18,9 % de los turismos matriculados en Europa son eléctricos puros, frente a un 9,5 % de híbridos enchufables.
La diferencia es notable, mas del doble. Y refleja una preferencia clara del mercado europeo por la electrificación completa frente a las soluciones intermedias.
Sin embargo, España vuelve a situarse como la excepción dentro de ese contexto. En nuestro país, solo el 8,6 % de los coches matriculados en lo que va de año son eléctricos, mientras que los híbridos enchufables alcanzan el 10,6 %.
Es decir, justo el patrón contrario al europeo: aquí se siguen vendiendo más PHEV que eléctricos puros, a pesar de que en el resto del continente la balanza ya se ha inclinado claramente hacia estos últimos.
La diferencia entre ambas tecnologías ayuda a entender este comportamiento. El coche eléctrico de batería obliga a cambiar ciertos hábitos: depender de la recarga, planificar los viajes largos y asumir que la energía sustituye por completo al combustible.
El híbrido enchufable, en cambio, ofrece una doble vía que muchos compradores perciben como más cómoda: permite circular en eléctrico en el día a día, pero mantiene el motor de combustión como respaldo permanente.
En España, la compra de un híbrido enchufable suele estar muy ligada al miedo al coche eléctrico de batería. Persisten las dudas sobre la infraestructura de recarga, la autonomía real y, sobre todo, la disponibilidad para afrontar viajes largos sin complicaciones.
Frente a esa incertidumbre, el híbrido enchufable se presenta como una opción “sin riesgos”, aunque en la práctica dependa de que el conductor lo cargue con regularidad para que tenga sentido desde el punto de vista energético y ambiental.
Al mismo tiempo, el híbrido enchufable funciona para muchos usuarios como un paso previo hacia el coche eléctrico. Es la primera experiencia con la recarga en casa, con la conducción silenciosa y con un uso más racional de la energía.
Una etapa de transición que, una vez superada, facilita dar el salto definitivo a un eléctrico puro. Los datos europeos sugieren que, cuando esa transición se acompaña de una red de recarga sólida y de un mensaje claro, el mercado acaba prescindiendo de soluciones intermedias.
Así, mientras Europa consolida al coche eléctrico como la opción mayoritaria dentro de la electrificación, España sigue avanzando con más cautela, apoyándose todavía en el híbrido enchufable como refugio frente a la incertidumbre.
Los datos muestran que el futuro de la movilidad eléctrica ya está bastante definido en Europa, donde el coche eléctrico de batería se ha consolidado como la opción dominante dentro de la electrificación.
Lo mismo está sucediendo en otro países donde el coche eléctrico ha alcanzado su madurez.
En China, el mayor mercado del automóvil del mundo y el principal laboratorio global de la movilidad eléctrica, sucede exactamente lo mismo: el coche eléctrico de batería se impone claramente al híbrido enchufable.
Allí, la apuesta industrial, la infraestructura de recarga masiva y una oferta muy competitiva han hecho que el eléctrico puro sea la opción preferente, mientras que el híbrido enchufable queda relegado a un papel secundario y claramente transitorio.
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