El fabricante europeo ElevenEs ha lanzado unas baterías para vehículos eléctricos para competir con China.

En una Europa decidida a acelerar la transición energética, donde el coche eléctrico aún lucha por imponerse como opción de masas, una innovación tecnológica podría cambiar las reglas del juego.
ElevenEs, una compañía europea con sede en Serbia, ha presentado la Edge574 Blade Cell, una celda de batería LFP que podría suponer un antes y un después.
Suena grandilocuente, pero si se cumple lo que promete, estamos ante uno de esos puntos de inflexión que reescriben el manual de lo posible en movilidad eléctrica.
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La promesa es clara: cargar del 10 al 80 % en tan solo 12 minutos. En términos prácticos, esto significa que un coche eléctrico equipado con estas celdas podría recuperar un kilómetro de autonomía por cada segundo enchufado.
¿Es realista pensar que una batería sin níquel ni cobalto, tradicionalmente menos densa, pueda conseguir semejante proeza sin sacrificar fiabilidad o durabilidad? ElevenEs afirma que sí, y lo hace con datos que respaldan su audaz afirmación.
La química elegida es LiFePO₄ (litio-hierro-fosfato), que si bien ha sido criticada en el pasado por su menor densidad energética en comparación con las NMC o NCA, ofrece ventajas clave: mayor estabilidad térmica, coste más bajo y, sobre todo, una mayor seguridad.
En esta celda concreta, la densidad energética alcanza los 188 Wh/kg y la volumétrica sube a 416 Wh/l, según cifras de la propia ElevenEs.
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Algunos medios como Electrive incluso citan valores algo superiores, con hasta 190 Wh/kg y 420 Wh/l, dependiendo de la configuración. Son cifras que colocan a la Edge574 en el podio de las mejores LFP disponibles en la actualidad.
Pero lo que más llama la atención no es su densidad ni su química, sino su ingeniería interna. ElevenEs ha rediseñado por completo el corazón de esta celda: ha reducido en un 15 % la resistencia interna, reformulado el electrolito para mejorar el flujo de iones y optimizado la geometría de los electrodos para garantizar una mayor eficiencia térmica y estructural.
La celda adopta un formato blade, delgado y alargado, con unas dimensiones exactas de 57,4 por 12 por 1,6 centímetros.
Este formato no es casualidad: está pensado para adaptarse fácilmente a arquitecturas modernas como el Cell-to-Pack (CTP) o el Cell-to-Body (CTB), donde las celdas se integran directamente en el módulo o en la carrocería, eliminando estructuras intermedias y ganando espacio útil y rigidez estructural.
La clave aquí no es solo la rapidez de carga, sino la robustez del sistema. ElevenEs asegura que la Edge574 tiene una vida útil estimada de más de 500.000 kilómetros.
Esto no solo supera a muchos motores de combustión interna, sino que plantea una reducción significativa en residuos y coste de propiedad a largo plazo. Una batería que no necesita ser reemplazada en la vida útil del vehículo, o incluso que puede tener una segunda vida útil en almacenamiento estacionario, representa un cambio radical en el modelo económico de la movilidad eléctrica.
Pero si hay un punto donde esta batería puede marcar la diferencia es en el comportamiento bajo temperaturas extremas.
Donde muchas tecnologías pierden eficacia, ElevenEs asegura que la Edge574 mantiene el tipo. A 10 grados Celsius, es capaz de alcanzar el 80 % de carga en 18 minutos, y a 0 grados lo consigue en 25 minutos.
Este dato puede parecer marginal, pero tiene una implicación directa para miles de usuarios en climas fríos, donde la pérdida de autonomía y la lentitud en la recarga siguen siendo obstáculos de peso.
Más aún, esta celda no es una quimera de laboratorio. ElevenEs ya ha puesto en marcha una planta piloto en Subótica, Serbia, desde donde produce estas celdas en volúmenes reducidos.
Pero el plan no se detiene ahí: hay una gigafactoría en marcha, con una capacidad inicial de 1 GWh que se espera ampliar hasta los 48 GWh en 2030.
En un contexto donde Europa busca desesperadamente reducir su dependencia tecnológica de Asia en baterías, este proyecto adquiere una dimensión geoestratégica notable.
También conviene detenerse en un dato que ha pasado más desapercibido, pero que puede tener un gran impacto en el ecosistema: la capacidad de aceptar potencias de carga de hasta 1 MW en configuraciones de 210 celdas.
Este nivel de potencia va más allá del estándar actual y apunta directamente a nuevas formas de movilidad vehículos pesados, transporte público eléctrico, infraestructuras de regulación de red donde una recarga ultrarrápida puede marcar la diferencia entre ser viable o no.
¿Estamos, entonces, ante una evolución o una auténtica revolución? Lo cierto es que la Edge574 no representa solo una mejora incremental. Su enfoque es holístico.
Cada uno de los problemas estructurales del coche eléctrico la lentitud de carga, la degradación prematura, el rendimiento en climas fríos y el coste elevado se aborda desde el diseño mismo de la celda. Y eso, en un sector que lleva años prometiendo sin cumplir, es más que relevante.
Es aquí donde el proyecto de ElevenEs se encuentra en el cruce de caminos entre la promesa tecnológica y la cruda realidad industrial. Y ese es precisamente el momento más interesante.
Si el Edge574 cumple todo lo que dice y las cifras, al menos sobre el papel, son sólidas, podríamos estar asistiendo a un renacer de la química LFP en su versión más avanzada. Más segura, más barata, más duradera… y, ahora, también más rápida.
La revolución no siempre viene acompañada de nombres rimbombantes ni de promesas exageradas. A veces llega en forma de celda rectangular, con números precisos y una hoja de ruta industrial concreta.
Puede que ElevenEs no sea aún un nombre de peso entre el gran público, pero si logra lo que promete, podría convertirse en un actor esencial del nuevo ecosistema energético europeo.