El creador de The Wild Project se pone al volante de un coche eléctrico y comparte sus ventajas e inconvenientes sin filtros.

El creador de The Wild Project ha compartido recientemente su experiencia con el BYD Sea Lion, un SUV eléctrico que le permitió sumergirse de lleno en un mundo que muchos aún consideran futurista, pero que para él resultó ser una mezcla de fascinación y frustración.
Jordi empieza con una confesión clara: si puedes cargar el coche en casa, no hay discusión. La experiencia es cómoda, práctica y los coches trasmiten buenas sensaciones de aceleración.
Comparó la rutina del coche eléctrico con la de cargar un móvil. Llegas a casa, lo enchufas en al noche y por la mañana lo tienes listo para el día. Esa sencillez, en su opinión, marca una diferencia abismal.
En ciudad, asegura, el coche eléctrico es ideal. Recorres pocos kilómetros, consumes poca batería y si además puedes aparcar donde haya carga gratuita, el ahorro se multiplica.
En cuanto a la conducción, Jordi no escatima elogios. Asegura que la aceleración de un coche eléctrico es algo que hay que experimentar para entenderlo.
La describe como inmediata, brutal, sin escalas. Puedes pasar de 80 a 120 km/h sin notar transición. Es, literalmente, como estar en un videojuego.
Y para alguien que le gusta la velocidad y que conduce deportivos de gasolina, esto es algo importante.
Uno de los aspectos más interesantes de su análisis es que no cae ni en el entusiasmo ciego ni en la crítica sistemática. Simplemente enumera realidades.
Otro punto que destaca es el diseño del coche y la interfaz. Aunque a él le gusta que todo se controle desde una pantalla táctil, reconoce que no es para todo el mundo.
Hay quienes prefieren botones físicos, una distribución más tradicional. Incluso en eso, el coche eléctrico plantea una ruptura cultural, una forma distinta de interactuar con el vehículo que no siempre encaja con los hábitos adquiridos durante décadas.
En el lado negativo, el famoso youtuber comenta que cuando se sale del entorno urbano y se enfrentan viajes más largos, el coche eléctrico plantea un reto distinto, pero no insalvable.
Jordi relata que para hacer un trayecto larga le obliga a planificar con antelación las paradas para recargar.
La carga rápida, aunque no instantánea, permite recuperar buena parte de la autonomía en poco tiempo. Con un poco de planificación, el viaje sigue siendo cómodo y, en muchos aspectos, más relajado.
Además comenta que todos los conductores tienen acceso a un garaje con enchufe. Jordi lo resume con claridad: “No podemos vivir en nuestra burbuja”.
Sin embargo, para quienes pueden cargar en su garaje, la transición al coche eléctrico es muy sencilla.
En cuanto a las estaciones públicas de recarga, Jordi destaca que aún hay margen de mejora. La multiplicidad de apps, tarifas y sistemas puede resultar confusa al principio, pero también es un síntoma de un mercado joven y en plena evolución.
Las instituciones europeas ya trabajan en normativas que unifiquen la experiencia del usuario, y muchas empresas están mejorando sus plataformas para ofrecer mayor comodidad.
El sistema aún no es perfecto, pero está creciendo, corrigiéndose y avanzando a una velocidad que hace unos años era impensable.
Incluso al hablar de los cargadores domésticos, Jordi plantea interrogantes que muchos se hacen. Tener un enchufe cerca del coche no siempre es sencillo, especialmente en parkings comunitarios.
Sin embargo, las soluciones existen: desde adaptadores de largo alcance hasta instalaciones profesionales que se multiplican en las ciudades.
Los costes de instalación se están abaratando y las administraciones ya contemplan ayudas para facilitar este paso. No es un proceso inmediato, pero sí viable y cada vez más accesible.
Jordi también plantea un debate sano sobre cómo instituciones y marcas presentan el coche eléctrico como una solución universal.
Él invita a observar la realidad con matices, no desde el rechazo, sino desde la honestidad. La tecnología está lista, pero su aplicación depende de cómo se adapte a la vida real de las personas.
Y esa adaptación está ocurriendo: más puntos de carga, más ayudas, más flexibilidad. El objetivo no es imponer, sino facilitar que más personas puedan sumarse sin renunciar a la comodidad.
La clave está en cómo se transforma esa rutina: cambiar cinco minutos de repostaje por una carga nocturna o por una pausa más larga durante un viaje, es el .
Jordi lo deja claro: «si puedes cargar en casa y tu rutina diaria no implica recorrer cientos de kilómetros, el coche eléctrico se convierte en una opción no solo viable, sino deseable». Y a medida que la tecnología se perfeccione, lo será para muchos más».
La afirmación de Jordi Wild es clara: el coche eléctrico es una maravilla si cumples con ciertas condiciones muy específicas.
Lo más interesante, quizás, es que su reflexión no busca criticar al coche eléctrico. Al contrario, lo presenta como una tecnología con un potencial enorme y una alternativa para muchas personas.
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