Lo que parecía ser un fin de semana más en el calendario de la Fórmula E, se transformó en una de las pruebas más polémicas de la temporada.

Con dos carreras marcadas por la estrategia, la tensión interna en varios equipos y un aguacero que cambió el guion dominical, Shanghái dejó muy claro quién está listo para pelear por el campeonato… y quién comienza a derrumbarse.
La gran fiesta eléctrica celebrada en China no solo ofreció acción sobre la pista, también dejó heridas abiertas que difícilmente cicatrizarán antes del final del curso.
Había que remontarse a Jeddah, en febrero, para encontrar una actuación tan solvente de DS Penske. El equipo franco-estadounidense firmó su primera victoria doble de la historia con una ejecución táctica impecable en la primera carrera del fin de semana. La combinación entre estrategia de ataque, control energético y lectura de carrera fue sencillamente de manual.
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Maximilian Günther, que partía desde una posición privilegiada, se afianzó en el liderato con una gestión de ritmo sobresaliente. Pero el verdadero espectáculo lo protagonizó Jean-Éric Vergne.
El francés, que partía sexto, terminó segundo tras una maniobra final que no solo recordó sus días de gloria, sino que dejó en evidencia la falta de reacción del resto. Sin embargo, la cara B del éxito llegó apenas 24 horas después. El domingo, un nuevo fallo de fiabilidad dejó a Günther fuera de combate cuando tenía opciones reales de volver al podio.
No es casual que DS Penske brillara precisamente cuando su futuro en la Fórmula E parece tambalearse. La colaboración con Penske no continuará en la era Gen4, y sobre el destino de la marca DS aún hay interrogantes. Pero ni eso impidió que Jay Penske celebrara con una sonrisa inusual la mejor actuación de su equipo en once temporadas.
Si un equipo puede reclamar el título de “gran perdedor” del fin de semana, ese es Nissan. Y no solo por sus resultados sobre el papel, sino por el caos interno que ha quedado expuesto con luces de neón.
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Oliver Rowland y Norman Nato vivieron un sábado de confusión táctica y errores energéticos que les costaron posiciones clave. Rowland, uno de los pilotos más en forma del campeonato, desperdició su ritmo al sobrepasarse con el consumo de energía. Nato, por su parte, terminó visiblemente molesto tras ser empujado fuera de pista por su propio compañero.
La relación con McLaren, su equipo cliente, tampoco ayuda. Mientras Porsche coopera de forma milimétrica con Andretti, Nissan parece jugar al solitario. El domingo no fue mejor: una clasificación desastrosa que acabó con Rowland en el puesto 13 y Nato en el 21, el peor resultado combinado de toda la temporada.
El director del equipo, Tommaso Volpe, intentó maquillar la situación con declaraciones diplomáticas, apelando al cansancio acumulado de mayo. Pero la realidad es clara: el ambiente en Nissan huele a pólvora, y las chispas entre pilotos podrían costarles más que unos cuantos puntos.
Si hubo un momento de poesía sobre el asfalto mojado de Shanghái, lo protagonizó Nick Cassidy. El neozelandés, en medio de los rumores sobre su salida del equipo, respondió con una clase magistral en condiciones difíciles.
Su victoria el domingo, bajo la lluvia, no solo le devolvió la sonrisa, sino que recordó a todos por qué fue fichado por Jaguar. Partiendo desde la pole, dominó cada vuelta como si el agua no existiera. Un ejercicio de concentración, técnica y sangre fría.
Lo curioso es que su sábado fue justo lo opuesto: fue eliminado de la lucha por el podio en un incidente absurdo, en el que, pese a no tener culpa alguna, se llevó la peor parte.
Un toque entre Jean-Éric Vergne y Edoardo Mortara terminó arrastrándolo a una colisión que le dejó con un pinchazo y la frustración a flor de piel. ¿Lo peor? Que los comisarios catalogaron la acción como «incidente de carrera», una decisión que encolerizó a Jaguar y que reabre el debate eterno sobre la justicia deportiva en la Fórmula E.
Cassidy, sin embargo, se mantuvo firme. «Tengo un gran grupo de personas a mi alrededor», afirmó tras ganar. Profesionalismo puro, aunque sus ojos delataban que no olvida lo sucedido el día anterior.
El equipo alemán vivió un fin de semana con dos caras. El sábado fue un desastre: errores de estrategia, mala adaptación a las condiciones de pista y una actuación insípida. Pero el domingo todo cambió.
La lluvia trajo consigo la redención. Pascal Wehrlein y António Félix da Costa firmaron un segundo y tercer puesto, respectivamente, que les devolvió el liderato en el campeonato de equipos. Un golpe directo a Nissan que podría ser definitivo en la lucha por el título.
Sin embargo, no todo es alegría en el garaje de Porsche. La relación entre sus dos pilotos estrella parece más fría que nunca. Las tensiones del sábado, con dardos cruzados por radio, dejaron entrever que la armonía es solo aparente. Además, la posible salida de Da Costa hacia Jaguar añade incertidumbre.
El joven Taylor Barnard, en su temporada debut, no deja de sorprender. Tercer lugar el sábado y décimo el domingo, con estrategias inteligentes y una madurez inusual para su edad.
En el fin de semana de su cumpleaños 21, dejó claro que está aquí para quedarse. Lo mismo puede decirse de Jake Hughes, que logró un valioso cuarto puesto en condiciones extremas tras haber sido víctima de otro error del equipo el sábado. La próxima generación de talentos ya no pide permiso: exige su sitio.
Una vez más, la lluvia mostró las limitaciones de los neumáticos actuales de Fórmula E. El domingo fue un festival de prudencia, donde el talento individual se impuso a la emoción colectiva. ¿La razón? La falta de agarre de las gomas, diseñadas para ser “todo tiempo” pero claramente ineficaces en agua intensa.
McLaren lo dijo sin rodeos: el compromiso técnico limita el espectáculo. Mientras la categoría no revise esta decisión, seguiremos teniendo carreras que, aunque seguras, son poco entretenidas bajo el diluvio.
El E-Prix de Shanghái 2025 ha sido un terremoto en el campeonato. DS Penske resucita, Jaguar vuelve a creer, Porsche se reafirma… y Nissan tambalea. Las emociones no se detienen, las polémicas tampoco.
Pero lo más importante es que, con cinco carreras por disputarse, nada está decidido. Y si algo nos ha enseñado este fin de semana en China es que en la Fórmula E, los ganadores pueden convertirse en perdedores en cuestión de segundos.