Salta la alarma en Tesla tras publicar el informe de resultados del segundo trimestre

Tesla ha presentado sus cuentas del segundo trimestre de 2025 y el resultado es realmente malo.

Aunque la marca americana logra beneficios, hay claros síntomas de agotamiento en ventas, dependencia de ingresos regulatorios y un entorno macroeconómico hostil que presiona su negocio principal.

La empresa informó este jueves de unos ingresos de 22.500 millones de dólares y un beneficio neto de 1.170 millones, cifras que contrastan fuertemente con años anteriores.

Esto deja en evidencia a Tesla, mas si cabe, ante el crecimiento de los vehículos eléctricos. Esto no ha asegurado la inmunidad ante los vaivenes del mercado y las decisiones políticas.

Mirando a los números, los ingresos de 22.500 millones representan una caída del 12 % con respecto al mismo periodo de 2024.

La comparación con los primeros tres meses de 2025, cuando Tesla facturó 19.000 millones, podría parecer alentadora a primera vista, pero el descenso interanual es innegable.

Lo más alarmante es el desplome del beneficio neto: 1.170 millones suponen una reducción del 16 % respecto al segundo trimestre de 2024, cuando Tesla ganó 1.389 millones.

Aun así, el avance con respecto al primer trimestre de este año, que arrojó sólo 409 millones de ganancia, muestra que la compañía inició el año en caída libre.

El salto de un beneficio neto reforzado de 409 millones en marzo a 1.170 millones en junio no es suficiente para olvidar que el negocio principal se enfría.

Desde otra perspectiva, los ingresos operativos (beneficio antes de intereses e impuestos), que excluyen los resultados atípicos y financieros, presentan una situación aún más crítica.

El segundo trimestre reporta 923 millones, lo que supone una caída del 42 % frente a 1.595 millones en el mismo periodo del año anterior.

Esta merma profunda revela que la capacidad de generar margen operativo se encuentra bajo una presión insostenible si las variables no mejoran.

Parte de la explicación radica en los créditos regulatorios. Durante años, Tesla ha disfrutado de ingresos adicionales gracias a la venta de certificados de emisiones cero a otros fabricantes que deben cumplir normas de emisiones cada vez más exigentes.

En este trimestre, los ingresos asociados a esta vía alcanzaron 439 millones de dólares, menos de la mitad frente a los 1.000 + millones anuales que llegó a registrar en periodos previos.

En concreto, en el primer trimestre de 2025 había generado 595 millones. Lo más preocupante es que un nuevo proyecto de ley ha eliminado las multas por no cumplir con los estándares CAFE, lo que deja a Tesla sin esa fuente complementaria de ingresos.

El adiós a los créditos regulatorios marca el final de una era pasiva de acumulación de valor que sustentaba la empresa sin que la venta de coches estuviera a pleno rendimiento.

Pero si entendemos el impacto de esa pérdida, también podemos interpretar esta nueva etapa como una oportunidad forzada.

Tesla, liderada por Elon Musk, insiste en que está en plena transición hacia una compañía de inteligencia artificial y robótica, lanzando no solo productos eléctricos sino también desarrollos como el Autopilot con capacidades avanzadas, el robot humanoide Optimus y su sistema de conducción autónoma Full Self‑Driving (FSD).

Este cambio estratégico encierra dos lecturas: por un lado, la empresa diversifica para reducir su dependencia de unas ventas de VE que empiezan a mostrar signos de saturación; por otro, corre el riesgo de diluir su foco y recursos en proyectos aún inmaduros, sin garantías de rentabilidad inmediata.

El descenso del 13,5 % en entregas de vehículos eléctricos no es anecdótico: Tesla facturó 384.122 unidades entre abril y junio de 2025, frente a las 444.500 unidades del año anterior.

Es la evidencia más tangible de un mercado que puede estar alcanzando un punto de inflexión. La demanda, marcada por una elevada competencia, menor ritmo de actualizaciones y una campaña de incentivos a VE de combustibles alternativos, se está desacelerando.

Además, los consumidores están más sensibles al entorno macroeconómico. Tesla lo reconoce en su comunicado: menciona la incertidumbre derivada de los cambios en aranceles, políticas fiscales y en el sentimiento político global, variables que afectan a la confianza del consumidor y los costes de importación/exportación.

Hasta hace poco, la percepción del mercado era que la marca contaba con una ventaja imbatible: tecnología propia, capacidad de producción creciente y, sobre todo, un premium aspiracional que justificaba sus precios.

Hoy, el aura empieza a resquebrajarse. Los márgenes operativos se erosionan, la dependencia de ingresos externos (créditos) desaparece y los competidores: Ford, GM, Volkswagen, Hyundai-Kia, BYD, entre otros, invierten fuerte para robarle cuota de mercado con modelos convincentes y más accesibles.

El enfoque en IA y robótica, de hecho, puede verse como un movimiento necesario para mantener a Tesla en la conversación de las grandes tecnológicas, aunque requiere una paciencia que los inversores a menudo no tienen.

Los recursos destinados a autopilotaje y robots pueden diluir esfuerzos de mejora del negocio clásico de VE, pero el mercado ha demandado esa evolución.

Musk lleva meses anunciando que Tesla es “principalmente una compañía de IA” y esta narrativa tiene impacto en su valoración bursátil: sin la expectativa de avances en conducción autónoma, la acción se comportaría como la de un simple fabricante automovilístico.

Ahora, en un trimestre marcado por incertidumbre, la capacidad de contar con historias de futuro se torna esencial para sostener su precio en Bolsa.

A día de hoy, Autopilot sigue sin cumplir criterios sólidos de conducción autónoma nivel 4/5 y Optimus, su robot humanoide, apenas ha salido del laboratorio en forma de prototipo con funciones básicas.

La monetización real de estos proyectos está lejana. Para que los inversores crean en ello, convierte en mil millones, no en millones.

Si las ventas de VE siguen en descenso y los ingresos regulatorios desaparecen sin ser compensados, Tesla podría volver a generar un beneficio neto inferior e incluso presentar pérdidas operativas en futuros trimestres.

No obstante, no todo es negativo. Ha habido una mejoría desde el primer trimestre , un salto de 1.170 millones frente a los 409 del ejercicio anterior.

Esto demuestra que Tesla puede recuperarse con agilidad. Sus costes variables por vehículo han seguido bajando gracias a la eficiencia de producción en sus factorías (Gigafactory Texas, Berlín, Shanghái) y a un mejor acceso a baterías y componentes.

Además, la mejora en la cadena de suministro tras los cuellos de botella vividos en 2021‑22 permite mayor control de inventarios, menor descuento y menos paradas de línea. Estos factores podrían sostener márgenes si se detiene la caída de ventas.

El talón de Aquiles, sin embargo, continuará siendo la competencia: los gigantes automotrices tradicionales no solo están lanzando VE competitivos, sino que cuentan con redes de distribución más sólidas, precios más asequibles y la ventaja de los grandes volúmenes.

La presión adicional proviene de las políticas globales. Europa y Estados Unidos están reequilibrando sus estrategias de incentivos: se promueve la oferta de VE también en combustibles sintéticos e híbridos, y se penaliza la concentración en el mercado eléctrico puro.

La reciente eliminación de los créditos CAFE es un reflejo de ese cambio, y las tensiones comerciales añaden aranceles que encarecen componentes y vehículos eléctricos producidos fuera de los bloques políticos.

Tesla lo reconoce expresamente y avisa que continúa monitorizando el impacto, pero se entiende que el riesgo se prolongará varios trimestres más.

En este entorno, la narrativa de futuro es clave para evitar una caída en picado en percepción y cotización.

Si Tesla logra demostrar que su visión de IA y robótica va en serio: ventas iniciales del robot Optimus con casos de uso reales, avances tangibles en FSD con reguladores aprobando su uso, nuevas líneas de ingresos por software, seguros, energía o transporte robotizado, podría empatar esa deuda emocional e inversora.

Pero si fracasa, el sueño de liderar la nueva era tech podría desinflarse y generar la reacción en cadena que sacuda el precio de la acción.

Los inversores tendrán la mirada puesta en la conferencia trimestral de resultados, donde Tesla deberá arrojar fechas objetivas para FSD comercial, entregas del Cybertruck y otros hitos.

Hasta entonces, la fotografía del segundo trimestre muestra a una compañía con músculo financiero, capaz de mejorar trimestre a trimestre, pero golpeada por la madurez del mercado VE.

La pérdida de ingresos regulatorios y el peso de una estrategia de diversificación que, sin resultados visibles, podría diluir su foco.

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