Tesla, durante años sinónimo de innovación eléctrica, afronta uno de sus momentos más críticos en el continente europeo.

En abril de 2025, sus ventas se desplomaron un 49% respecto al mismo mes del año anterior, una caída que va más allá de los números y revela un deterioro profundo tanto en la percepción pública como en el posicionamiento de la marca.
Mientras el mercado de vehículos eléctricos de batería (BEV) en Europa experimenta un crecimiento del 28%, la empresa de Elon Musk camina en sentido contrario.
El dato es contundente: 7.261 vehículos vendidos en abril frente a los 14.228 del año anterior. Esta reducción no solo supone la pérdida de casi la mitad del volumen de ventas, sino que evidencia un fenómeno que ya no puede ser catalogado como anecdótico.
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Es el cuarto mes consecutivo en que Tesla registra caídas en Europa, y lo hace en un contexto de consolidación del mercado eléctrico, donde sus competidores directos no solo crecen, sino que ganan espacio precisamente a costa de su debilitamiento.
La situación en mercados clave como Suecia, Países Bajos y Dinamarca anticipaba esta tendencia. En estos países, las autoridades locales ya habían alertado de un descenso significativo en las matriculaciones de Tesla.
En Francia, la caída llegó al 59%. En España, uno de los reductos históricos de la marca, la disminución fue del 36,1% solo en abril. Reino Unido tampoco es la excepción: las ventas de Tesla han perdido dos tercios del volumen que tenían un año antes.
Pero más allá de los factores comerciales, hay una dimensión política que parece estar condicionando seriamente el desempeño de Tesla en Europa. El epicentro de esta crisis lleva nombre y apellido: Elon Musk.
BYD adelanta a Tesla en ventas de coches eléctricos a nivel global.
Su vínculo con la administración republicana de Donald Trump, y en particular con su implicación en el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha encendido una ola de rechazo que no se limita al plano ideológico.
Las protestas frente a concesionarios de Tesla en ciudades como Londres, París y Berlín, reflejan un malestar que se ha traducido en boicot abierto a la marca.
Y mientras Musk protagoniza titulares por su activismo político, el mercado no espera. Compañías como Volkswagen han redoblado su apuesta por los eléctricos con resultados muy positivos.
Su gama ID y las versiones eléctricas de Skoda y Cupra se han afianzado gracias a una política de precios más ajustada y una producción adaptada al contexto europeo. Pero si alguien ha sabido capitalizar la caída de Tesla, ese ha sido BYD.
La empresa china, tradicionalmente conocida por su producción de baterías, ha superado por primera vez a Tesla en ventas de eléctricos puros en Europa.
Con modelos como el Dolphin Surf, que se ofrece por debajo de los 20.000 euros, BYD ha conseguido una presencia que ya no es marginal. Su estrategia ha sido simple pero eficaz: ofrecer vehículos eléctricos accesibles, con buenos acabados y un nivel tecnológico competitivo. Y, lo más importante, hacerlo sin el ruido mediático que rodea a Tesla.
Todo esto ocurre mientras Tesla se muestra cada vez más errática en su comunicación y estrategia. La actualización del Model Y, pensada para mantener el interés en uno de sus productos estrella, ha pasado prácticamente desapercibida.
La compañía no ha lanzado ningún modelo verdaderamente nuevo en Europa en el último año, y el catálogo empieza a verse desfasado frente a la propuesta de la competencia. Además, su resistencia a ofrecer opciones híbridas, como sí hacen otras marcas, ha limitado su capacidad para captar a los compradores más conservadores en la transición eléctrica.
En paralelo, la salud financiera de Tesla también empieza a resentirse. El primer trimestre de 2025 ha sido decepcionante: los ingresos cayeron un 9% y las ganancias netas se desplomaron un 71%.
Las expectativas de los analistas no se cumplieron, y esto ha tenido un reflejo inmediato en el valor bursátil de la empresa. Aunque el 27 de mayo las acciones cerraron con una recuperación del 6,9% hasta los 362,89 dólares, el contexto general sigue siendo negativo. Inversores y analistas coinciden en que Tesla está en una encrucijada.
En este clima, la pregunta inevitable es: ¿puede Tesla recuperar su posición de liderazgo en Europa?. Musk ha apostado su credibilidad en nuevos proyectos, como el servicio de robotaxis autónomos anunciado para junio en Austin, Texas.
La iniciativa, ambiciosa y disruptiva, busca devolver a la marca su halo de innovación. Pero la duda es si estos avances tecnológicos tendrán un efecto inmediato y, sobre todo, si serán suficientes para revertir una tendencia que parece estar ya muy asentada en Europa.
No se puede descartar que Tesla logre reinventarse. La compañía sigue teniendo activos únicos, como su red de supercargadores, su liderazgo en conducción autónoma y una base de fans fieles.
Pero el mercado europeo, cada vez más exigente y diverso, ya no se deja seducir tan fácilmente por el relato de Silicon Valley. Tesla deberá demostrar que puede competir no solo con ideas, sino con productos, precios y credibilidad.
Y tú, ¿crees que Tesla aún puede reconquistar Europa o su tiempo ya pasó? ¿Es Elon Musk el salvador o el verdugo de su propia creación? Te leemos.