El gobierno ha anunciado la convocatoria para impulsar la fabricación de baterías para coche eléctrico en España.

El sector del vehículo eléctrico en España ha recibido un nuevo empujón con el lanzamiento de la cuarta convocatoria del PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado (PERTE VEC).
El Ministerio de Industria ha puesto en marcha una convocatoria exprés dotada con 280 millones de euros, centrada exclusivamente en impulsar la producción de baterías, una de las piezas clave para el futuro de la automoción en nuestro país.
Lo llamativo de esta medida no es solo su ambición presupuestaria, sino el plazo inaudito en el que se podrá solicitar: solo once días, del 7 al 17 de julio. Una muestra clara de que el Gobierno quiere ir por la vía rápida en la carrera por la electromovilidad.
Esta convocatoria, gestionada por la Sociedad Estatal de Promoción Industrial y Desarrollo Empresarial (Sepides), representa la llamada “sección A” del PERTE VEC 4.
Ayudas del Plan Moves para comprar un coche eléctrico.
La decisión de que sea Sepides quien lleve la batuta responde a la necesidad de agilizar procesos y evitar los retrasos y complicaciones burocráticas que han marcado fases anteriores del PERTE.
Y no es casualidad que este sea el primer movimiento visible del nuevo PERTE, ya que las baterías representan ahora mismo el campo de batalla más estratégico en el mapa europeo del automóvil.
Según recoge el Boletín Oficial del Estado (BOE), esta nueva convocatoria tiene como meta prioritaria el impulso a la creación de nuevos centros industriales, la ampliación de instalaciones ya existentes y la reconversión de líneas de producción hacia productos directamente relacionados con la cadena de valor de las baterías.
Desde el ensamblaje de celdas hasta la recuperación de materias primas críticas como el litio, el objetivo es claro: consolidar una infraestructura nacional que permita a España dejar de depender del exterior en un área tan sensible.
Más del 50% del mercado mundial de baterías EV están en manos de dos empresas chinas.
Los 280 millones de euros se dividen en 180 millones en forma de préstamos reembolsables, y otros 100 millones en subvenciones directas.
Los préstamos, eso sí, presentan condiciones ventajosas respecto al mercado: tipo de interés fijo del 2,727 %, amortización a 10 años y un periodo de carencia de tres años.
Con esta inyección, la inversión acumulada en baterías dentro de los PERTE VEC ya supera los 900 millones de euros, lo que refleja la continuidad del compromiso público con esta industria.
A nivel empresarial, ya hay movimientos claros para aprovechar esta nueva ola de ayudas. Proyectos como la gigafactoría de Envision en Extremadura, la de Stellantis junto a CATL en Zaragoza o la planta de Volkswagen en Sagunto, son solo el principio de una tendencia en alza.
Ahora, nuevas candidaturas como las de Renault, que busca fortalecer sus plantas de Valladolid y Palencia, o las de la eslovaca Inobat, que planea una megainversión en Valladolid, esperan hacerse con parte de los fondos.
Basquevolt, otro actor clave, avanza con su tecnología de baterías de electrolito sólido, lo que demuestra que la innovación también forma parte de este nuevo capítulo.
Lo mismo ocurre con Gestamp, que vuelve a presentarse con proyectos centrados en el ecosistema de componentes. La lista de aspirantes no es pequeña, y tampoco lo son sus ambiciones: en juego no solo hay millones en ayudas, sino la oportunidad de ocupar un lugar relevante en la transición energética global.
Pero no todo es optimismo sin reservas. El plazo exprés de apenas once días ha levantado cejas entre algunos actores del sector, que critican la dificultad de preparar y presentar proyectos de gran envergadura en tan poco tiempo.
No es la primera vez que la Administración recurre a este tipo de fórmulas aceleradas, pero en un contexto donde Europa compite ferozmente por atraer inversión industrial, una mala ejecución podría significar perder oportunidades.
No ayuda tampoco el hecho de que esta convocatoria se haya retrasado respecto al calendario inicial del Gobierno, que preveía su publicación a principios de año.
Algunas fuentes del sector apuntan a que las ayudas destinadas a paliar los efectos de la DANA de octubre desviaron temporalmente la atención del Ministerio de Industria. Sea como sea, la convocatoria ya está en marcha y hay una certeza compartida: el tiempo corre.
Enmarcada dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, esta fase del PERTE VEC 4 persigue un objetivo estratégico: asegurar que España cuente con capacidades propias para el desarrollo de baterías, desde la extracción de materiales hasta la producción final.
La dependencia del exterior, especialmente de países como China o Corea del Sur, se considera un riesgo industrial y geopolítico. Y el Gobierno, con esta ofensiva, pretende reducir ese riesgo mediante inversión, control y planificación nacional.
Según afirmó Jordi Hereu, ministro de Industria y Turismo, la prioridad es reforzar la cadena de suministro, acelerar la creación de una red de carga y activar incentivos para el consumo de vehículos eléctricos fabricados en Europa.
Pero, sobre todo, lo que se busca es atraer inversión extranjera de calidad y anclarla al territorio. De ahí el enfoque inicial en las baterías: si se controlan, se controla buena parte del futuro industrial.
El PERTE VEC 4 tiene un presupuesto total de 1.250 millones de euros, una cifra que supera ligeramente los 1.200 millones del PERTE VEC 3, y se espera que sea la convocatoria más ambiciosa y transformadora hasta la fecha.
A diferencia de ediciones anteriores, esta se estructura en fases bien diferenciadas. Tras esta primera sección A enfocada en baterías, llegará la sección B, que previsiblemente abrirá en septiembre y que incluirá proyectos de todo tipo relacionados con el ecosistema del vehículo eléctrico: desde software hasta reciclaje, pasando por recarga y electrónica.
La pregunta que queda en el aire es si esta convocatoria exprés será suficiente para dinamizar un sector que, si bien ha recibido importantes inversiones, sigue mostrando ciertos síntomas de debilidad.
La instalación de puntos de recarga sigue sin despegar al ritmo deseado, la demanda de eléctricos puros no termina de consolidarse, y muchos de los grandes fabricantes aún no han concretado todos sus planes a medio plazo en territorio español.
Lo que está claro es que el Gobierno ha decidido que las baterías son el centro neurálgico de esta batalla. Y no es para menos: quien controle la producción de baterías controlará buena parte del valor añadido del coche eléctrico del futuro. Lo que está en juego no es solo tecnología, es industria, es empleo, es soberanía.
¿Será suficiente esta convocatoria para posicionar a España como un actor de peso en la electromovilidad europea?.