La vicepresidenta de BYD estalla contra la guerra de precios del coche eléctrico en China

La competencia en el sector de los coches eléctricos en China ha alcanzado niveles que muchos describen ya como una batalla sin cuartel.

Stella Li, vicepresidenta ejecutiva de BYD, ha levantado la voz para denunciar una situación que, según ella, ha traspasado los límites de la lógica empresarial.

En una entrevista concedida a Bloomberg en Londres, la directiva fue tajante: la guerra de precios que se vive actualmente en el mercado de coches eléctricos chino no es sostenible.

Lo que está ocurriendo, dijo, no sólo pone en riesgo a las empresas, sino que está alterando las bases de un sector que debería estar centrado en la innovación y la calidad, no en el abaratamiento desesperado.

Mas de 400 marcas de coches chinas han cerrado en tan solo 7 años.

Li describió un escenario en el que BYD lanza un modelo nuevo al mercado y, apenas dos meses después, un competidor presenta una versión similar, pero más grande y hasta 20.000 yuanes más barata.

Este comportamiento, aunque pueda parecer una simple estrategia comercial agresiva, tiene implicaciones profundas. “Tienes que sobrevivir”, reconoció la ejecutiva, “pero esto no es saludable”.

La presión que sienten los fabricantes es brutal. En mayo de 2025, BYD se vio obligada a responder con recortes de precios significativos: hasta 22 modelos bajaron de precio, y algunos con descuentos de más del 30 %.

La medida no fue un acto aislado, sino parte de un esfuerzo deliberado por cumplir un objetivo ambicioso: vender 5,5 millones de coches en 2025, un 30 % más que el año anterior.

Más del 50% del mercado mundial de baterías EV están en manos de dos empresas chinas.

Sin embargo, la realidad del mercado está complicando ese sueño. En los primeros cuatro meses del año, las ventas minoristas de BYD solo crecieron un 15 %, según un informe de Deutsche Bank.

Este contexto es el caldo de cultivo perfecto para que se intensifique una guerra comercial que ya empieza a ser señalada por las propias instituciones chinas.

La Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM) emitió un comunicado a finales de mayo pidiendo el fin de esta “guerra de precios desordenada”.

Desde el organismo alertan de que esta dinámica no solo reduce los márgenes de beneficio, sino que incentiva una competencia destructiva que puede arrastrar a la industria hacia una crisis de rentabilidad y reputación.

Pero si bien Stella Li denuncia con contundencia esta situación, lo cierto es que BYD no ha tenido más opción que entrar al juego.

La presión de marcas como Chery, Leapmotor e IM Motors, que también han adoptado estrategias de descuento agresivas, ha dejado a todos los actores atrapados en una espiral de reducción de precios.

Y lo más preocupante es que este fenómeno amenaza con replicarse más allá de las fronteras chinas.

De hecho, BYD ya mira a Europa como un campo de expansión clave. Li confirmó que la compañía tiene previsto invertir hasta 20.000 millones de dólares en el Viejo Continente durante los próximos años.

Una apuesta que, aunque ambiciosa, no está exenta de riesgos. La directiva dejó claro que BYD no tiene intención de asociarse con fabricantes europeos, a diferencia de sus compatriotas Xpeng o Leapmotor, que sí están optando por alianzas para suavizar su entrada en mercados donde la regulación, las expectativas de calidad y los hábitos del consumidor son muy distintos.

Este enfoque independiente puede interpretarse como una señal de fortaleza, pero también expone a BYD a un entorno aún más competitivo.

En Europa, donde la guerra de precios aún no ha alcanzado las proporciones vistas en China, una política de recortes agresivos podría no solo alterar el mercado, sino también generar tensiones con los fabricantes locales, que ya han comenzado a pedir medidas de protección ante lo que consideran una invasión comercial.

La paradoja es clara: BYD denuncia una guerra de precios insostenible mientras la alimenta para cumplir con sus propios objetivos de crecimiento.

Lo cierto es que, en el actual ecosistema automovilístico chino, optar por no competir equivale a desaparecer. Y en ese tablero, incluso el jugador más fuerte está obligado a jugar con las reglas que otros están escribiendo.

La situación actual plantea preguntas inquietantes sobre el futuro del coche eléctrico. ¿Hasta qué punto puede sobrevivir un modelo de negocio basado en descuentos continuos?.

El caso de BYD ilustra con claridad este dilema. La marca ha sido una de las más innovadoras del sector, pionera en baterías, electrificación y fabricación eficiente.

Pero en este momento, parece estar sacrificando parte de su ventaja tecnológica para mantener el pulso a una competencia que no da tregua. Y si esto le ocurre al líder, ¿qué futuro espera a las marcas más pequeñas?.

Mientras tanto, en Europa, los fabricantes observan con creciente preocupación. Porque si la guerra de precios llega al continente con la misma virulencia que en China, será difícil contener sus consecuencias. Y entonces, quizás, las palabras de Stella Li resuenen con aún más fuerza: “Esto no es saludable”.