El Cadillac Vistiq viene a competir en el campo de juego de las marcas alemanas: Mercedes, Audi y BMW.

Durante años, Europa fue un territorio esquivo para General Motors. El gigante estadounidense, tras décadas de presencia a través de marcas como Opel, abandonó oficialmente el continente en 2017.
Aquella retirada, motivada por la venta de Opel al grupo PSA, parecía el final de una era. Pero el panorama automovilístico ha cambiado, y lo ha hecho radicalmente.
Hoy, el coche eléctrico es el nuevo campo de batalla, y GM ha decidido volver al viejo continente de la mano de Cadillac, su firma de lujo, con una propuesta que no deja indiferente a nadie: el nuevo SUV eléctrico Cadillac Vistiq.
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El regreso no ha sido tímido ni disimulado. Cadillac ha llegado con artillería pesada, apostando directamente por el segmento de gran tamaño, ese en el que solo juegan los más grandes, con el nuevo Vistiq como punta de lanza.
Un SUV eléctrico imponente, futurista y que quiere plantar cara a pesos pesados como el Mercedes-Benz EQS SUV o el BMW iX. El Cadillac Vistiq no es precisamente discreto:
Sus dimensiones imponen: 5.22 metros de largo, 2.20 metros de ancho y 1.80 metros de alto, con una distancia entre ejes de 3.09 metros.
Estamos hablando de un SUV pensado para ofrecer una experiencia de conducción lujosa y un espacio interior generoso. Con tres filas de asientos y opciones de configuración de seis o siete plazas, apunta directamente al cliente europeo más exigente… y más adinerado.
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A nivel mecánico, el Vistiq tampoco escatima. Su sistema de propulsión está compuesto por dos motores eléctricos que, juntos, ofrecen nada menos que 615 CV (452 kW) y 880 Nm de par.
Esta potencia descomunal le permite acelerar de 0 a 100 km/h en solo 3.7 segundos, cifras más propias de un deportivo que de un SUV de su tamaño. Pero más allá de las prestaciones, Cadillac ha apostado también por la autonomía: su batería de 102 kWh le proporciona unos 460 km bajo el ciclo WLTP.
El número impresiona sobre el papel, pero en un mercado donde la eficiencia es clave, y los consumidores cada vez comparan más los datos reales con los prometidos, esos 460 km podrían quedarse cortos.
Más aún si se tiene en cuenta el tamaño y el peso del Vistiq, que sin duda penalizarán su consumo en entornos urbanos o en climas extremos. Aunque Cadillac asegura que admite cargas rápidas de hasta 190 kW, permitiendo recuperar unos 128 kilómetros en 10 minutos, queda por ver cómo responde en la práctica.
Donde Cadillac sí ha decidido sacar pecho es en el equipamiento. El interior del Vistiq parece sacado de una película de ciencia ficción. Lo más llamativo: una pantalla LED curva de 33 pulgadas, que aglutina tanto la instrumentación como el sistema de infoentretenimiento. Todo esto sobre Android Automotive, lo que garantiza compatibilidad, fluidez y actualizaciones constantes.
El SUV viene también con Head-up Display con realidad aumentada, climatizador de cinco zonas, asientos calefactados y ventilados, y un sistema de sonido AKG Studio con 23 altavoces y tecnología Dolby Atmos.
Por si fuera poco, se incluye el sistema de conducción semi-autónoma Super Cruise, uno de los más avanzados del mercado, capaz de funcionar en autopistas compatibles sin necesidad de intervención constante por parte del conductor.
¿El resultado? Una cabina que respira tecnología y lujo por todos lados. Pero otra vez, la pregunta es inevitable: ¿es esto suficiente para convencer al consumidor europeo, acostumbrado a un tipo de sofisticación más sutil y menos ostentosa?
Cadillac no ha venido a improvisar. Su plan de aterrizaje pasa por los países que tradicionalmente han mostrado mayor apertura a las marcas extranjeras: Alemania, Francia, Suecia y Suiza. No es casualidad. En todos ellos, el mercado del coche eléctrico ha crecido de forma sostenida, y el comprador tiende a valorar las innovaciones y el diseño sin prejuicios.
Las primeras entregas del Vistiq están previstas para septiembre, y su precio de partida no será precisamente popular: 99.640 euros para la versión Luxury, y 110.503 euros para la Premium Luxury.
Con estas cifras, queda claro que Cadillac no busca volumen, sino imagen de marca y presencia en un segmento donde cada unidad vendida supone una declaración de intenciones.
El regreso de Cadillac a Europa tiene un fuerte componente simbólico. Después de vender Opel y desaparecer del mapa europeo durante años, General Motors quiere demostrar que puede competir al más alto nivel.
El Vistiq es un coche ambicioso, potente y muy bien equipado, pero también caro, grande y de una marca que, para muchos europeos, sigue sonando a pasado más que a futuro.
Y sin embargo, hay algo interesante en esta jugada: Cadillac no está tratando de ser europea. Está siendo descaradamente americana y quizá ese sea precisamente su valor diferencial. El Vistiq ofrece exceso, presencia, músculo y una experiencia de conducción distinta.
¿Basta con eso para ganar?. Posiblemente no. Pero seguro que basta para generar conversación, para atraer miradas, y para despertar la curiosidad de un mercado que empieza a cansarse de ver siempre las mismas propuestas vestidas con distintos logos.