Las nuevas baterías de sodio son 10 veces más baratas que las de litio

El fabricante CATL quiere que el 50% de las baterías de los coches eléctricos pasen a ser de sodio en menos de 10 años.

Una nueva batalla por dominar las baterías del coche eléctrico está a punto de empezar, y esta vez no tiene al litio como protagonista.

El movimiento viene de la mano del mayor fabricante mundial de baterías, CATL, que ha lanzado una ofensiva directa contra el dominio de las baterías LFP (litio-ferrofosfato).

Las nuevas baterías de sodio costarán tan solo 10 dólares por kWh, es decir, diez veces menos que las actuales baterías de litio.

La cifra, por sí sola, tiene implicaciones devastadoras para rebajar los costes del coche eléctrico.

Hoy en día, una batería LFP ronda los 100 dólares por kWh, lo que ya se considera un gran avance frente a las NCM, aún más caras.

Pero si CATL logra consolidar la producción masiva de su nueva batería de sodio “Naxtra” a ese precio, la lógica del mercado eléctrico se vería alterada por completo.

La reducción del coste de la batería, que representa cerca del 40 % del precio total de un coche eléctrico, podría llevar los precios por debajo de los coches con motor de combustión

Lo llamativo es que CATL no está planteando un experimento de laboratorio ni un futuro lejano. La batería ya ha sido presentada, tiene características concretas y fecha para producción en masa: diciembre de 2025.

Y además, ya tiene un socio para el estreno comercial: Chery, una de las marcas chinas más activas en el segmento económico, será la primera en integrar esta tecnología en sus coches eléctricos.

Esta nueva batería de sodio no compite con las más potentes NCM, sino con las LFP, que hasta ahora eran la opción económica por excelencia.

CATL no lo oculta: su plan es reemplazar hasta el 50% del mercado actual de baterías LFP con sodio.

No se trata, por tanto, de una alternativa complementaria, sino de una sustitución directa en los coches eléctricos más accesibles.

Y si tenemos en cuenta que China ya domina ampliamente este segmento, el impacto puede ser global en cuestión de pocos años.

Pero la diferencia de precio no es el único argumento. Las Naxtra ofrecen unas prestaciones que, si bien no alcanzan las cifras más altas del litio, sí son suficientes para coches de uso general.

Su densidad energética gravimétrica es de 175 Wh/kg, suficiente para ofrecer unos 500 kilómetros de autonomía en un vehículo medio.

Además, pueden soportar una potencia de carga de hasta 300 kW, gracias a su tasa de carga de 5C, y su vida útil se estima en más de 10.000 ciclos, lo que equivale a unos 3,6 millones de kilómetros recorridos.

La clave, sin embargo, sigue siendo el precio. La brecha entre los 10 dólares/kWh del sodio y los 100 de las LFP, o los más de 130 de las NCM, marca una frontera que podría hacer inviable seguir fabricando baterías de litio para modelos asequibles.

Sobre todo, porque el sodio no es solo más barato: es también más abundante, más accesible y menos dependiente de países con conflictos geopolíticos.

Eso significa que su precio no solo es más bajo, sino también más estable y menos expuesto a fluctuaciones del mercado internacional.

Las implicaciones de este cambio son profundas. Si el coste de la batería cae tan drásticamente, los fabricantes podrían ofrecer coches eléctricos más baratos sin comprometer prestaciones básicas.

Modelos de coches eléctricos que hoy cuestan 25.000 euros podrían pasar a costar 18.000 o menos.

Y todo esto sin perder de vista que las baterías de sodio ofrecen otras ventajas frente a las LFP. CATL ha confirmado que su rendimiento en temperaturas extremas es superior.

Funcionan sin degradación en climas de hasta -40 grados centígrados, tanto en carga como en descarga, lo que les da una ventaja evidente en mercados como Escandinavia, Canadá o el norte de China.

Además, al tener una vida útil tan larga, se amplían las posibilidades para la reutilización, el almacenamiento estacionario y otros usos secundarios tras su retiro del automóvil.

Eso sí, la compañía ha sido clara en una cosa: esta tecnología no está pensada para competir con las baterías más avanzadas del mercado.

No veremos sodio en un Tesla Model S o en un Porsche Taycan, al menos no en los próximos años.

Su mercado está en el coche eléctrico del día a día, el que necesita ser barato, práctico y accesible. Y ahí, el sodio tiene todas las cartas para ganar la partida.

El paso hacia el sodio también es estratégico desde el punto de vista de recursos. A diferencia del litio, que se concentra en zonas específicas como el “triángulo del litio” en Sudamérica, el sodio se encuentra prácticamente en todo el mundo, y su extracción no requiere complejos procesos ni el uso intensivo de agua.

Su disponibilidad masiva permite planificar a largo plazo sin los riesgos que supone la dependencia de unos pocos proveedores.

En definitiva, lo que CATL está poniendo sobre la mesa no es una mejora incremental, sino un cambio de paradigma.

Las baterías de sodio no solo son más baratas: lo son de forma tan radical que todo el modelo de costes del coche eléctrico puede reconfigurarse en su torno.

Este cambio en la industria del coche eléctrico puede cerrar el debate sobre la competitividad del coche eléctrico frente al térmico y podría ser en menos de una década.

El futuro eléctrico no será solo cuestión de litio. Con el sodio irrumpiendo con fuerza y a precios que parecen inverosímiles, el sector está a punto de entrar en una nueva era.

Y como casi siempre en esta industria, será China quien dé el primer paso. Lo interesante será ver quién se atreve a seguirlo.