Más de 500.000 coches en China se han quedado huérfanos y han perdido todo su valor en muy poco tiempo.

En China, miles de propietarios de coches eléctricos viven una auténtica pesadilla. Compraron lo que parecía el futuro: vehículos eléctricos de vanguardia, llenos de tecnología y con un precio accesible.
Hoy, muchos de ellos han descubierto que su inversión ha perdido todo valor. Sus coches, en algunos casos literalmente, no pueden ni arrancar.
Sin servicio técnico, sin recambios y con apps desconectadas, están atrapados en un limbo del que nadie se hace responsable. ¿La causa?. La quiebra masiva de marcas emergentes del sector. ¿La consecuencia?. Medio millón de coches abandonados a su suerte.
Las ventas de coches eléctricos crecen a nivel global en el primer trimestre de 2025.
Lanzar una nueva marca de coches eléctricos parece fácil, especialmente cuando hay dinero público, entusiasmo inversor y una demanda creciente.
Lo difícil empieza después: escalar la producción, mantener una red de asistencia eficiente y rentabilizar inversiones colosales. En China, decenas de startups surgieron en apenas cinco años. Muchas han desaparecido dejando un reguero de víctimas: los propios clientes.
Uno de los casos más ilustrativos es el de WM Motor. Sus coches dejaron de funcionar de la noche a la mañana cuando los servidores cayeron. Literalmente, los propietarios no podían abrir las puertas.
En algunas situaciones, la única vía de acceso era el maletero, lo que generó escenas surrealistas y virales. Vehículos de alta gama convertidos en cápsulas cerradas por software.
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Y esto no es un caso aislado. Según estimaciones, más de 500.000 coches eléctricos en China están hoy técnicamente abandonados. Marcas como Aiways, Human Horizons, Nezha o Jiyue algunas con presencia internacional se han sumado a la lista de fabricantes que no pudieron sostener el ritmo del mercado.
Muchos de estos vehículos dependen en gran medida de sistemas conectados en la nube. Desde el encendido hasta la climatización, todo pasa por servidores remotos.
Cuando estos desaparecen, el coche deja de funcionar o se vuelve inusable en aspectos clave. El problema se agrava en modelos más antiguos, que aún operan con redes 3G que han sido desconectadas por los operadores móviles. Actualizaciones imposibles, conectividad perdida.
Y entonces llega el verdadero drama: si el coche falla, nadie lo repara. La red de asistencia ha desaparecido, las piezas no existen, las garantías se han evaporado.
La desesperación ha llevado a muchos propietarios a improvisar soluciones. Algunos han recurrido a comunidades de usuarios para conseguir apps “liberadas” que les permitan acceder mínimamente a sus coches.
Otros buscan piezas en desguaces. Pero lo más llamativo es la aparición de pegatinas en los vehículos afectados, donde se lee: “No tengo piezas de repuesto, por favor no choques conmigo”. Una súplica en vinilo que circula por las calles chinas como símbolo de un fracaso industrial.
El término “ataúd eléctrico” se ha popularizado entre quienes ya no pueden ni vender sus coches. Sin garantía, sin soporte, sin valor de reventa. La inversión se ha convertido en un agujero negro. Y, a diferencia de otras industrias, aquí no hay marcha atrás: el coche es eléctrico, inteligente y dependiente de servicios que ya no existen.
La legislación china exige que los fabricantes ofrezcan soporte y piezas durante 10 años tras cesar la producción. Pero en la práctica, cuando una empresa quiebra, esa obligación desaparece. Los concesionarios bajan la persiana, los proveedores se niegan a entregar piezas impagadas, y los usuarios quedan completamente desamparados.
Algunos expertos legales plantean que esta situación debería forzar una reforma urgente del sistema. Se habla de crear un fondo de garantía obligatorio para fabricantes, que asegure la cobertura mínima en caso de quiebra.
Otros proponen entidades públicas o privadas que se hagan cargo de la postventa. Pero la mayoría de estas startups estaban ya endeudadas y, simplemente, nunca podrían haber aportado a dicho fondo.
La consecuencia es evidente: medio millón de coches inservibles y una bomba de relojería que puede duplicarse en los próximos dos años, cuando se espera que otras startups agoten sus fondos.
Durante años, el modelo chino de impulso al coche eléctrico fue envidiado. Subsidios, inversión masiva, cientos de nuevas marcas y un crecimiento explosivo. Pero el resultado ha sido una selección natural despiadada.
Según un informe de EV Boosters, entre 2018 y 2025 más de 400 empresas de vehículos eléctricos han cesado operaciones en China. De todas ellas: BYD, Xiaomi, Nio, Geely, Zeekr o Chery son la cara positiva de la moneda.
Como siempre, hay noticias positivas relacionadas con la apuesta del gigante asiático por impulsar la industria automovilística del país. Algunas de estas marcas son ya las mas vendidas en China y han empezado su expansión internacional.
Sin duda alguna la marca China mas importante es BYD, que se ha convertido en referente mundial, llevando consigo la responsabilidad que ello conlleva.