Northvolt: la gran apuesta europea de baterías pasa a manos americanas

Europa soñó durante años con tener un campeón propio que rivalizara con la hegemonía asiática en la fabricación de baterías.

Ese nombre fue Northvolt, una compañía sueca que llegó a prometer independencia energética, miles de empleos y un impulso decisivo a la industria del coche eléctrico.

Pero la historia, plagada de inversiones millonarias y expectativas políticas, ha terminado con un giro inesperado: la empresa estadounidense Lyten se hará con los activos más importantes de la que fue la gran esperanza europea.

Northvolt se declaró en quiebra en marzo de este año, víctima de una expansión demasiado ambiciosa y de una falta de liquidez que ni los casi 1.000 millones de euros de dinero público europeo lograron salvar.

El Viejo Continente, que veía en esta compañía la llave para reducir su dependencia de China, se ha quedado sin su principal estandarte industrial en la carrera por las baterías.

Y lo que no pudieron retener los gobiernos europeos lo ha conseguido una firma de Silicon Valley.

Lyten, con sede en California y especializada en baterías de litio-azufre, ha anunciado la adquisición de los principales activos que Northvolt mantenía en Suecia y Alemania.

El acuerdo incluye la planta Northvolt Ett y su proyecto de expansión en Skellefteå, el centro de investigación y desarrollo Northvolt Labs en Västerås y la fábrica Northvolt Drei en Heide, aún en construcción.

En total, la operación cubre una capacidad productiva de 16 GWh ya instalada y otros 15 GWh en construcción, con planes de escalar hasta superar los 100 GWh en el futuro.

La compra también incorpora toda la propiedad intelectual de Northvolt, un punto clave que permitirá a Lyten no solo absorber tecnología, sino también aprovechar diseños y patentes en un momento en que la demanda de soluciones de almacenamiento energético se dispara en todo el mundo.

Varios miembros del equipo directivo de Northvolt se integrarán en Lyten, aunque su fundador y CEO, Peter Carlsson, no seguirá en el nuevo organigrama.

El valor de los activos adquiridos se estima en unos 5.000 millones de dólares. Aunque ni Lyten ni Northvolt han revelado los términos financieros exactos, la operación se financiará íntegramente con capital privado, sin recurrir a deuda.

El acuerdo todavía debe recibir la aprobación de los gobiernos de Suecia y Alemania, así como de las autoridades europeas, y se espera que el cierre definitivo se produzca en el cuarto trimestre del año.

Northvolt fue durante años la niña bonita de la política industrial europea. Fundada en 2016 con la ambición de fabricar baterías sostenibles y de origen local, consiguió cerrar contratos con gigantes como BMW, Volkswagen o Audi, que buscaban proveedores alternativos a los colosos chinos CATL y BYD.

El respaldo político fue masivo: la compañía recibió ayudas y subvenciones multimillonarias con el objetivo de garantizar la soberanía energética del continente.

Sin embargo, la rápida expansión internacional y los elevados costes operativos llevaron a la empresa a una situación insostenible.

La calidad de las baterías no cumplió las expectativas de algunos clientes, y los problemas financieros se acumularon hasta desembocar en la bancarrota.

Parte de sus activos ya habían sido vendidos en los últimos meses: instalaciones en California y Polonia pasaron a manos de Lyten, mientras que otras áreas menores fueron adquiridas por compañías chinas.

Para Lyten, esta no es una compra improvisada. La empresa californiana ya había estrechado lazos con Northvolt en operaciones previas, como la adquisición de Cuberg en Estados Unidos y de la planta polaca Northvolt Dwa ESS en Gdansk.

El movimiento actual es la culminación de una estrategia clara: implantarse con fuerza en el mercado europeo aprovechando la infraestructura y el talento que Northvolt deja atrás.

Uno de los puntos más destacados del acuerdo es el compromiso de Lyten de volver a contratar a una parte significativa de los trabajadores despedidos tras la quiebra de Northvolt.

La compañía asegura que retener a los expertos locales es clave para garantizar la continuidad de los proyectos y la transferencia de conocimiento.

En Skellefteå, por ejemplo, se prevé reiniciar la producción de celdas de baterías de iones de litio ya el próximo año, mientras que en Heide se continuará con el desarrollo de la planta, que tendrá una capacidad inicial de 15 GWh.

Dan Cook, CEO y cofundador de Lyten, ha descrito la operación como “un momento decisivo” para la empresa.

En su comunicado, subraya que la adquisición “aporta las instalaciones y el talento sueco necesarios para satisfacer las necesidades de independencia energética, seguridad nacional y centros de datos de inteligencia artificial”.

El directivo también ha mostrado confianza en recuperar pronto a los clientes que se alejaron de Northvolt por problemas de calidad, convencido de que “volverán más rápido de lo que la gente cree”.

Uno de los apoyos más relevantes detrás de Lyten es Stellantis, el grupo automovilístico que agrupa marcas como Peugeot, Fiat, Jeep o Citroën.

La multinacional ve en las baterías de litio-azufre de Lyten una tecnología clave para sus futuros modelos eléctricos, y respalda la expansión de la compañía tanto en Estados Unidos como en Europa.

Otro socio estratégico es FedEx, interesada en soluciones de almacenamiento energético para electrificar su flota logística. Para Europa, la compra supone un arma de doble filo.

Por un lado, se asegura la continuidad de instalaciones estratégicas y el mantenimiento de empleos que estaban en riesgo.

Por otro, la “gran esperanza” europea de independencia tecnológica pasa a depender de una empresa estadounidense, lo que reabre el debate sobre si la política industrial comunitaria está siendo efectiva frente al dominio asiático.

La operación llega en un momento de agitación en la industria global de baterías. China sigue liderando con claridad, gracias a gigantes como CATL y BYD que controlan buena parte de la producción mundial.

Mientras tanto, Europa intenta acelerar proyectos locales para reducir su dependencia, pero casos como el de Northvolt demuestran lo difícil que resulta competir en precio, escala y tecnología.

Lyten, por su parte, apuesta por diferenciarse con su tecnología de litio-azufre, que promete una mayor densidad energética y menor dependencia de materiales críticos como el cobalto o el níquel.

La integración de los activos de Northvolt podría darle una ventaja decisiva en la carrera por suministrar baterías más sostenibles y de fabricación local, aunque la presión por cumplir plazos y recuperar la confianza del mercado será enorme.

Además de la operación en Suecia y Alemania, Lyten mantiene conversaciones para adquirir Northvolt Six en Quebec, Canadá.

Esta planta, actualmente en construcción, tendrá una capacidad inicial de 15 GWh y forma parte de la estrategia de expansión norteamericana de la compañía.

Las negociaciones involucran al Gobierno de Canadá, al Gobierno de Quebec y a actores industriales locales. Si se cierra este acuerdo, Lyten consolidará una red de producción que abarcará Estados Unidos, Europa y potencialmente Canadá, posicionándose como uno de los jugadores más influyentes en el mercado occidental de baterías.

En Suecia, la noticia ha sido recibida con una mezcla de alivio y resignación. La viceprimera ministra Ebba Busch ha calificado la operación como “un triunfo para Suecia, para los exempleados de Northvolt y para posicionar al país como actor clave en la independencia energética de Europa”.

Sin embargo, no han faltado voces críticas que señalan que, tras años de inversión pública para crear un campeón industrial europeo, el resultado final es que el control pasa a manos extranjeras.

Esperemos que el cambio de capital haga resurgir a la fábrica y que por lo menos se mantenga su ubicación en Europa, garantizando el empleo y un futuro mejor.

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