Tarragona recibe al primer carguero eólico del mundo y despierta gran admiración al llegar a puerto

Con dos velas de 37 metros controladas por sistemas automáticos, simboliza la unión entre innovación y sostenibilidad en uno de los sectores más contaminantes del planeta.

En un contexto de creciente presión sobre el sector marítimo para reducir sus emisiones, el puerto de Tarragona se convierte en testigo de una escala histórica: la del Pyxis Ocean,

Estamos ante el primer carguero del mundo equipado con tecnología de propulsión eólica, que ha llegado procedente de Brasil con 64.000 toneladas de harina de soja.

Lo que podría parecer una operación logística más, en realidad marca un punto de inflexión en la historia del transporte marítimo internacional, con implicaciones que van mucho más allá de un simple atraco portuario.

El Pyxis Ocean no es un buque cualquiera. Es el primer carguero a escala mundial que ha incorporado WindWings, unas velas rígidas de última generación que transforman la energía del viento en propulsión para la nave.

Estas velas, desarrolladas específicamente para entornos oceánicos exigentes, no buscan una vuelta nostálgica a la navegación a vela tradicional, sino más bien aplicar conceptos ancestrales mediante la ingeniería y la automatización modernas.

Desde agosto de 2023, el Pyxis Ocean ha sido el protagonista de una fase de pruebas que lo ha llevado a cruzar los océanos Índico, Pacífico y Atlántico, surcando puntos clave como el Cabo de Hornos o el Cabo de Buena Esperanza.

Tras seis meses de navegación experimental, en marzo de 2024 entró oficialmente en operación comercial, cubriendo rutas entre Asia, América y Europa.

Ahora, su escala en Tarragona no solo reafirma la viabilidad técnica del proyecto, sino que proyecta un mensaje claro: la descarbonización marítima ya no es un experimento de laboratorio, sino una realidad operativa.

Las WindWings, que le otorgan al Pyxis Ocean su carácter innovador, son dos velas rígidas de 37,5 metros de altura y 20 metros de ancho cada una.

En conjunto, ofrecen una superficie de captación de 750 metros cuadrados. Estas estructuras, con un núcleo central fijo de 10 metros de ancho y dos paneles móviles a los lados de 5 metros cada uno, se instalan verticalmente en la cubierta del buque y operan de forma completamente automatizada.

Sensores meteorológicos integrados miden en tiempo real la dirección y velocidad del viento. A partir de esa información, un sistema central, controlado desde una pantalla táctil en el puente de mando, ajusta el ángulo y orientación de las velas, optimizando la propulsión sin intervención manual directa.

Un sistema de semáforos guía a la tripulación para su izado o plegado en función de las condiciones.

En la práctica, esto se traduce en resultados tangibles: el buque consigue ahorrar una media de 3 toneladas diarias de combustible, lo que implica un 14% menos de consumo de fueloil.

En condiciones óptimas, ese ahorro puede superar las 11 toneladas diarias, reduciendo hasta 41 toneladas de CO₂.

Estas cifras no solo representan eficiencia energética, sino que impactan directamente en los costes operativos y, sobre todo, en la huella medioambiental del transporte de mercancías por mar.

La empresa propietaria del buque, Cargill Ocean Transportation, no ha ocultado su ambición de liderar una transición verde en la logística global. Aunque el Pyxis Ocean fue el primero de su clase, ya no es una rareza solitaria.

Según la International Windship Association, cerca de 50 buques en el mundo navegan actualmente con algún tipo de propulsión asistida por viento.

Esto indica que la industria comienza a tomar en serio tecnologías que hace apenas unos años eran consideradas marginales o poco prácticas.

Desde el puerto de Tarragona se ha acogido con entusiasmo esta escala. No solo por lo simbólico de recibir al primer buque eólico del mundo, sino porque representa una apuesta estratégica por consolidarse como un nodo clave dentro de la red logística internacional sostenible.

La llegada del Pyxis Ocean refuerza la idea de que la infraestructura portuaria del Mediterráneo debe adaptarse a los nuevos desafíos energéticos y medioambientales, y Tarragona quiere estar en la vanguardia de ese cambio.

Sin embargo, como toda innovación disruptiva, este modelo de propulsión eólica también plantea desafíos importantes. El más evidente es su escalabilidad.

No todos los buques tienen el mismo tamaño, ni siguen las mismas rutas, ni navegan bajo las mismas condiciones meteorológicas. Por tanto, adaptar esta tecnología a una flota diversa implicará resolver cuestiones técnicas y logísticas complejas.

Además, la inversión inicial no es despreciable, y los períodos sin viento o con vientos desfavorables podrían limitar los beneficios si no se combinan con otros sistemas de propulsión híbrida o alternativas como el hidrógeno o la electrificación parcial.

A pesar de estos retos, el Pyxis Ocean se erige como un ejemplo tangible de cómo puede avanzarse hacia la descarbonización en un sector tan dependiente de los combustibles fósiles como el marítimo.

La Organización Marítima Internacional ha fijado objetivos ambiciosos: reducir las emisiones un 20% para 2030 respecto a 2008, un 70% para 2040 y alcanzar la neutralidad en 2050.

Bajo esa hoja de ruta, cada tonelada de combustible fósil que se evita cuenta. Y en este sentido, el Pyxis Ocean ya ha dejado de ser un experimento para convertirse en una prueba viva de que el futuro del transporte por mar puede estar más cerca del viento que del petróleo.

Con esta escala en Tarragona, el Pyxis Ocean trae consigo una idea poderosa, la de que la ingeniería y la sostenibilidad pueden navegar juntas, y que el viento, ese viejo aliado de la navegación, vuelve a empujar hacia el futuro.

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