Ya es oficial: BYD ha anunciado la llegada de sus cargadores de 1.000 kW a Europa

Poder recargar la batería de un coche eléctrico en tan solo cinco minutos cada vez esta mas cerca.

BYD ha confirmado la llegada a Europa de sus revolucionarios cargadores de 1 megavatio. La lucha de la marca China no es a solo en la ventas de vehículos eléctricos sino también en supercagadores.

La propia Stella Li, vicepresidenta ejecutiva del gigante asiático, lo ha dicho alto y claro: “Los llamados cargadores rápidos de megavatios, ya en funcionamiento en China, también se introducirán en Europa. El plazo de construcción se ha fijado para los próximos 12 meses”.

Se acabaron las especulaciones. Lo que BYD presentó hace apenas unas semanas como un desarrollo de vanguardia está ya plenamente operativo en su mercado local.

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Más de 500 cargadores de 1.000 kW están funcionando a pleno rendimiento, y no hablamos de estaciones para camiones ni vehículos industriales, sino para coches eléctricos de calle como el Han o el Tang, que se preparan para su versión europea con esta tecnología integrada.

El mensaje de fondo es contundente: BYD no solo quiere competir en Europa, quiere liderar. Quiere competir con los grandes operadores de recarga. Y no va mal encaminada. Mientras la mayoría de redes europeas, como IONITY o Tesla, alcanzan los 350 kW (con planes de 600 kW a futuro), BYD ya juega en la liga del megavatio.

Es decir, casi el triple de potencia. ¿Qué significa esto para el conductor medio?. Que podrá recargar hasta 400 kilómetros de autonomía en cinco minutos. Literalmente, dos kilómetros de autonomía por segundo. El viejo argumento de que “los eléctricos tardan mucho en cargarse” empieza a resquebrajarse.

Pero no todo es tan sencillo como enchufar y listo. La llegada de estos cargadores plantea un problema serio: la infraestructura eléctrica. Europa, y especialmente algunos países con redes envejecidas o mal mantenidas, puede no estar lista para asumir esta demanda energética brutal.

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BYD está desarrollando sistemas con almacenamiento estacionario, capaces de amortiguar la demanda energética del cargador y evitar colapsos en la red. Un movimiento que, de nuevo, muestra cómo la marca no solo vende coches, sino que propone soluciones completas de movilidad eléctrica.

La estrategia de expansión en Europa, aunque aún no tiene países específicos confirmados, se basará en dos frentes: alianzas con operadores locales y despliegue directo en concesionarios BYD.

Esta doble vía pretende acelerar el despliegue sin depender exclusivamente de políticas públicas o burocracia institucional. Es una forma de tomar el control de su destino, algo que otros fabricantes siguen dejando en manos de terceros.

¿Y qué pasa con los coches?. La compatibilidad no es universal. De momento, los primeros modelos capaces de asumir esta potencia son el BYD Han L y el Tang L, desarrollados sobre la plataforma Super e-Platform 3.0, y equipados con una nueva generación de baterías Blade.

Estas baterías, no solo más seguras, están preparadas para soportar cargas de 0 a 1.000 kW en cuestión de segundos. El proceso se inicia con 700 kW del 0 al 7% de carga y sube a 1.000 kW a partir del 10%, durante aproximadamente un minuto, momento en el cual se recupera más del 25% de la batería.

Esta innovación no solo representa una mejora técnica. Es un golpe psicológico en la carrera por conquistar al usuario europeo. Si cargar un eléctrico va a ser tan rápido como llenar el depósito de gasolina, ¿qué freno real queda para hacer el cambio?. ¿De verdad seguirás defendiendo el diésel si puedes recorrer 400 km con cinco minutos de carga?

La situación recuerda a lo que pasó con los móviles y la carga rápida. Al principio eran unos pocos modelos, luego se convirtió en un estándar de facto. ¿Veremos lo mismo con los coches?.

Además, hay que tener en cuenta el contexto. BYD ya ha superado a Tesla en ventas globales en más de un trimestre. Y no hablamos de promesas o planes a futuro: hablamos de coches reales, tecnología real y despliegues concretos.

Lo que hace apenas dos años sonaba a ciencia ficción hoy se materializa con cargadores que recargan lo mismo que una gasolinera, pero sin humos, sin ruido y sin petróleo.

Por supuesto, no faltan escépticos. Algunos expertos ya señalan que la red eléctrica europea no está preparada para este salto, que los costes de instalación serán prohibitivos, que la normativa puede entorpecer el avance.

Pero la experiencia en China demuestra que BYD sabe cómo sortear esos obstáculos. Y si han sido capaces de aliarse con gigantes como Xiaoju Charging (filial de Didi) o LongShine para crear 500 estaciones y planear otras 15.000.

En definitiva, lo que BYD está haciendo no es solo vender coches, es cambiar las reglas del juego. Y eso, en un mercado tan competitivo y tradicional como el europeo, puede sentar mal a más de uno.

La pelota está en el tejado de Europa. Porque BYD ya ha hecho su jugada, y lo ha hecho con un megavatio de potencia.