Honda presenta una de las varias motos eléctricas que fabricará y con la que quiere hacerse un hueco en el nuevo segmento.

Honda ha lanzado su primera moto eléctrica de gran tamaño, pero con una sorpresa que ha levantado más de una ceja: no está fabricada en Japón.
La E-VO ha sido desarrollada y producida por Wuyang-Honda, la histórica joint venture que Honda mantiene en China. Se presentó oficialmente el pasado 26 de mayo en Pekín y ya está a la venta allí.
Con esto, Honda rompe el hielo en el segmento eléctrico más allá de sus pequeños scooters urbanos, como el EM1. Esta es, por fin, su primera moto eléctrica “de verdad”, pensada para algo más que el último kilómetro. Y sí, con estilo retro, semicarenado, faro redondo, y una estampa que recuerda a las café racer de los años 70, pero con alma digital.
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La estética de la E-VO mezcla lo nostálgico con lo futurista. A primera vista, podría pasar por una deportiva ligera con tintes clásicos, pero en cuanto te fijas, descubres una pantalla TFT de 7 pulgadas, conectividad completa con el móvil, navegación integrada, sistema sin llave, puertos USB-A y USB-C, y hasta cámaras delantera y trasera en su versión más equipada.
Técnicamente, la base de esta E-VO responde al modelo WH8000D, registrado oficialmente en China. Su motor central entrega una potencia nominal de 8 kW (unos 11 CV), pero puede alcanzar picos de hasta 15,8 kW (21,5 CV).
Nada mal para una eléctrica urbana con aspiraciones de carretera. La velocidad máxima está fijada en 120 km/h, más que suficiente para moverse con agilidad dentro y fuera de ciudad. El motor está anclado delante del basculante y la transmisión final es por correa dentada. No hay marchas. No hay embrague. Solo girar el puño y andar.
El chasis, completamente nuevo, está pensado para ofrecer ligereza y rigidez. Lleva horquilla invertida delante, monoamortiguador detrás y frenos de disco con ABS.
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Las ruedas, eso sí, llaman la atención por su tamaño: 16 pulgadas delante y solo 14 detrás. ¿Por qué tan pequeñas?. Quizás por cuestiones de peso o agilidad en entorno urbano. O quizás porque en China ese formato ya está estandarizado en este tipo de modelos. Sea como sea, es una decisión técnica que podría levantar ampollas en los mercados más tradicionales.
El peso total también sorprende: 156 kg con tres baterías y 143 kg si se monta solo con dos. Estas baterías, por cierto, son extraíbles, lo que permite una carga más flexible.
La autonomía varía entre 120 y 170 km según la configuración, y el tiempo de carga del 20% al 80% oscila entre 1 y 2,5 horas. Aquí hay que hacer una pausa: Honda ha apostado por una solución práctica, pero no revolucionaria. No estamos ante una autonomía récord ni ante tiempos de carga que rompan esquemas.
En cuanto al equipamiento, la versión tope de gama no escatima: dos cámaras (una delantera, otra trasera), pantalla doble con toda la información imaginable, y sensores de presión de neumáticos.
Incluso ofrece tres modos de conducción (Eco, Normal y Sport), lo que permite adaptar la respuesta del motor a diferentes situaciones. Todo esto por un precio que, en China, ronda entre los 3.700 y los 4.500 euros. Un coste realmente competitivo que, de mantenerse en caso de exportación, podría dinamitar el mercado europeo.
Y aquí viene la gran pregunta: ¿veremos esta E-VO en Europa?. Oficialmente, no hay confirmación. Honda no ha dicho ni que sí ni que no.
Pero por potencia (menos de 11 kW nominales), podría encajar perfectamente dentro del carnet A1 o incluso ser conducida con el carnet B + 3 años, si se confirma el cambio legislativo que se avecina.
En paralelo, hay que recordar que Honda prometió 30 nuevos modelos eléctricos de aquí a 2030. La E-VO es solo el primero. Una primera piedra lanzada con fuerza, pero también con cautela.
Porque aunque el diseño gusta y las especificaciones convencen, queda claro que esta moto es, sobre todo, una prueba para medir reacciones. Si la acogida es buena en China y el precio se mantiene ajustado, no sería extraño que se explore su llegada a otros mercados.
La Honda E-VO rompe con la tradición, o al menos la redefine. Puede ser el inicio del cambio, para algo aún más grande.